SANTA IDA DE
TOGGENBURG
1126 d.C.
3 de noviembre
Se
casó con el conde Enrique de Toggenburg; no tuvo hijos y esto
supuso que su marido la hiciera sufrir mucho de manera que tuvo que
huir; según la leyenda su marido la acusó de adulterio
porque había encontrado su anillo en el dedo de un cazador, y la
arrojó por una ventana del castillo. Se salvó
milagrosamente, y logró demostrar su inocencia; después
de un tiempo consiguió el consentimiento de su esposo para
ingresar en el convento benedictino de Fieschingen (Turgovia, Suiza).
Su leyenda es una copia de la atribuida a Genoveva de Bravante.