SANTA GLICERIA DE
HERACLEA
8 de julio
177 d.C.
Gliceria
era hija de un senador romano que vivía en Trajanópolis
de Tracia. La santa confesó abiertamente la fe ante el prefecto
Sabino, quien ordenó a los soldados que la llevasen a ofrecer
sacrificios en el templo de Júpiter. En vez de obedecer,
Gliceria derribó la estatua de oro del dios y la hizo pedazos.
Los verdugos la colgaron por los cabellos y la azotaron con varillas de
acero, pero no consiguieron hacerle daño alguno. Entonces la
encarcelaron y la privaron de todo alimento, pero un ángel le
llevaba diariamente la comida. La santa fue arrojada en un horno, pero
las llamas se apagaron al punto. Finalmente, los verdugos le arrancaron
los cabellos y la echaron a las fieras, pero Gliceria murió
antes de que éstas la tocasen. En Heraclea se erigió una
espléndida iglesia en su honor.