SANTA ELENA
"EMPERATRIZ"
330 d.C.
18 de agosto
Natural de
Depranun, Bitinia, cerca del Bósforo. La tradición
inglesa la hace originaria de Gran Bretaña y le atribuyen origen
real. Parece ser que su familia era de origen humilde, su padre era
posadero. Su belleza debió cautivar a Constancio Cloro, oficial
romano, de manera que se fue a vivir con él en las diversas
guarniciones romanas. De esta unión nació Constantino
(futuro emperador romano). Repudiada por razones políticas en el
292, ya que Constancio quería ser designado gobernador de las
Galias por Diocleciano; luego el emperador lo elevó a la
dignidad de Cesar. Cuando Maximiano y Diocleciano abdicaron en el 305,
Constancio Cloro gobernó durante un año en la parte
occidental del imperio y designó a su hijo Constantino como su
sucesor; casi nada sabemos de ella hasta que Constantino comenzó
a reinar en el 306. Llamó a su madre a la corte de
Tréveris, le dio el nombre de "Augusta" y mandó
acuñar monedas del Imperio con su imagen.
Tampoco sabemos cuando se hizo cristiana, pero se sabe que
erigió iglesias y dio sonados ejemplos de humildad y caridad. La
leyenda dice que fue convertida por san Luciano de Antioquía y
que se había casado con Constancio Cloro, pero
históricamente se sabe que sólo fue su amante. En el 312
su hijo Constantino derrotó en la batalla del puente Milvio a su
opositor, Majencio, y en el 313 proclamó el “Edicto de
Milán” que concedió la libertad del culto cristiano y
puso fin a las persecuciones del Imperio contra los cristianos; se dice
que en estos hechos su madre ya era cristiana y por esta causa el
emperador favoreció a la Iglesia. No hizo alarde de su
condición de emperatriz, se mezclaba con el pueblo y usaba ropas
modestas. Socorrió a los pobres y los sentó en su propia
mesa.
Visitó Tierra Santa, con la intención
de recuperar la cruz de Cristo. Y a ella se debe la construcción
de las basílicas del Santo Sepulcro, del monte de la
Ascensión y la cueva de Belén. Embelleció la
ciudad de Drepanaun en Bitinia, en honor a san Luciano, de forma que
Constantino hizo que esta ciudad se llamase Helenópolis.
Según san Ambrosio, Elena, encontró en el
Calvario, tres cruces y reconoció la de Cristo por la
inscripción trilingüe del título que había
hecho poner Pilatos. Rufino de Aquilea, difiere el relato, y dice que
no se sabía cual de las tres cruces eran las verdaderas, por eso
se las llevó a san Macario, obispo de Jerusalén, quien
propuso llevarla a casa de una mujer enferma que fue curada por una de
ellas, y a ella se le atribuyó la de Cristo. La “Leyenda Dorada”
nos relata que fue un judío llamado Judas quién
reveló donde estaba la verdadera cruz, pues si un Judas lo
había traicionado, otro Judas debía reparar el
daño restituyendo la verdadera cruz. Muchos hagiógrafos
dudan de su derecho al culto de los santos. Murió en Tracia, en
Nicomedia o en Constantinopla. Hoy sus restos parecen que se encuentran
en la basílica de Araceli de Roma.