SANTA CORDULA DE COLONIA
304 d.C.
21 de octubre
S. cordula, socia del s. Orsola,
sigue en la hagiografía la legendaria historia del martirio de la
gran virgen bretona. Quizás no haya un santo más representado
en el arte de los siglos pasados, del s. Orsola, su martirio sufrido junto
con numerosos compañeros, siempre ha estimulado la imaginación
de los artistas.
Según una primera "pasio" escrita alrededor de 975, la
piadosa y hermosa hija de un rey bretón, había consagrado a
Dios su virginidad, la era de su vida es el siglo IV; pero fue solicitado
en matrimonio por Erterio, hijo de un rey pagano. Dado que su negativa habría
provocado una guerra, Orsola, asesorado por una visión angelical,
solicitó una extensión de tres años, prometiéndose
por la esposa prometida, que se habría convertido al cristianismo.
Después de tres años, Orsola huyó con una
flota de once trirremes, junto con once mil compañeros. Una tormenta
llevó a los barcos a llegar a la desembocadura del río Waal;
Las vírgenes continuaron el viaje por el río a Colonia. La
leyenda cuenta una vez más, que alentados por un ángel, decidieron
hacer una peregrinación a Roma, luego navegaron a Basilea, continuando
el viaje a pie.
De la misma manera que regresaron a Colonia, que mientras tanto
habían sido conquistados por los hunos, que los mataron a todos, Orsola,
que se había negado a casarse con el líder de los bárbaros,
fue perforada con una flecha; todos murieron de fe y de pureza.
La masacre provocó la reacción de los enemigos
de los hunos, que huyeron después de este crimen; los habitantes de
Colonia recuperaron sus cuerpos y un hombre que había venido de Oriente,
ciertamente Clematius, construyó en el lugar del martirio una basílica
consagrada a las vírgenes; una placa de mármol juzgada por
los auténticos expertos, atestigua la construcción a su cargo
de la basílica, de Clematius.
La importancia de esta inscripción asignada al siglo
IV-V es fundamental para atestiguar la autenticidad y la realidad del martirio
en Colonia de un grupo de vírgenes cristianas, cuyo martirio, puede
encuadrarse en la persecución de Diocleciano (304); en este punto,
el punto más controvertido queda por aclarar y diría que más
increíble, es el número de once mil mártires; la tradición
primitiva habla de ello de una manera no especificada, pero desde el siglo
VIII se indica el número de once, que luego se convirtió en
once mil; se piensa que el número romano XI, erróneamente,
fue leído como once mil por haber sido superpuesto en una línea
transversal, lo que indica los miles en la numeración romana; sin
embargo, la consistencia del grupo permaneció incierta.
Para los primeros nombres, Orsola aparece por primera vez en
el siglo IX y luego otros como Brittola, Martha, Saula, Sambatia, Saturnina,
Gregoria, Pinnosa, Palladia, Cordula. Cuando la ciudad de Colonia se amplió
en 1106, se encontraba en las proximidades de la iglesia de s. Orsola, un
cementerio, los huesos encontrados allí fueron considerados como los
de los mártires vírgenes. El descubrimiento de las supuestas
reliquias del s. Orsola y sus acompañantes, dieron lugar a varias
traducciones en muchos países europeos, como Alemania, Italia, España,
Francia, Dinamarca, Polonia y otros, donde el culto se extendió rápidamente.
Y a todo esto hay que conectar el culto por s. Cordula, que fue venerada
en Colonia, Vicogne (Valenciennes), en Marchiennes, en la diócesis
de Cambrai-Arras, en Osnabrück, en Tortosa, España.
En Colonia el culto se conoce desde el siglo X a. Sus reliquias
fueron descubiertas, perdidas, redescubiertas y transferidas tan a menudo;
tanto, que en el siglo XVII doce iglesias reclamaron poseer su cuerpo o su
cabeza, también se pensó que en el grupo de mártires
había más santos con este nombre, pero esto no está
respaldado por ninguna noticia, s. La cordula debe ser solo una.
Como se puede ver tanto para Cordula como para todos los demás
compañeros, conocidos o no, nada se sabe de su vida personal que precede
a su martirio. Para concluir, agregamos que en la Capilla de las Reliquias
del Templo de Malatesta en Rimini, hay un busto relicario de s. Cordula,
anónima del siglo. XV; en Lanciano creo que hay alguna reliquia en
la catedral, no todo el cuerpo, además casi imposible dado el tiempo
empleado.