SANTA CLELIA BARBIERI
13 de julio
1870 d.C.
Nació en le “Budrie”, una pequeña localidad de San
Giovanni in Persiceto (Bolonia). Quedó huérfana de padre
muy pronto y experimentó las penurias económicas de su
familia que acrecentó su hambre y sed de Dios; en la escuela
parroquial aprendió de forma rudimentaria a leer y a escribir. A
los once años recibió su primera comunión y tuvo
su primera experiencia mística precisamente ante la imagen de
María que había en su casa, de la que brotó el
deseo de dar la vida por la humanidad.
Fue su director
espiritual el párroco Gaetán Guidi, que tenía el
don del discernimiento y una profunda veneración por el
Espíritu Santo. A los 14 años se hizo catequista y
sirvió como sirvienta en la casa parroquial, aunque tuvo que
soportar los malos tratos de la hermana del párroco. Aquel
periodo histórico, caracterizado por la unificación
italiana y por la pérdida de los estados pontificios y los
privilegios de la jerarquía, y los interrogatorios continuos a
los párrocos, le hicieron concebir una comunidad de vida
común, y se entregó a la restauración de la
Iglesia. Sufrió una tuberculosis que casí la llevó
a la muerte pero salió de ella, y en ello vio un signo de la
Providencia.
Nació así, con tres compañeras, las Mínimas
de la Virgen de los Dolores, fundadas en Bolonia. El gobierno
prohibió las Ordenes religiosas, y por esta razón, la
obra de Clelia tendría una razón de ser entre la vida
contemplativa y la caridad. Les decía a sus compañeras:
"nosotras somos muy pobres, no podremos nunca ser aceptadas en
ningún instituto por nuestra pobreza. Reunámonos para
vivir una vida recogida y hacer el bien". Después de unas
fuertes experiencias místicas, murió tísica. Toda
su vida la dedicó a evangelizar y trabajar por las gentes de le
“Budrie”. Fue canonizada el 9 de abril de 1989 por San Juan Pablo
II.