SANTA CLARA DE LA CRUZ DE MONTEFALCO
1308 d.C.
17 de agosto



   Nació en Montefalco, muy cerca de Asís, Umbría, en el seno de una familia acomodada. Desde muy niña manifestó una clara inclinación hacia la vida retirada y la oración, no gustándole los juegos de niños. Vivió de forma retirada bajo el cuidado de su hermana la beata Juana de Montefalco. Entró muy joven en el eremitorio de penitentes, llamadas “las reclusinas” hasta 1290. El obispo Gerardo de Spoleto les impuso la regla de san Agustín, aunque el cuidado espiritual estaba al cuidado de los franciscanos.

   Después de 15 años de vida eremítica, y tras la muerte de su hermana, fue elegida abadesa del convento de la Santa Croce de Montefalco, de regla agustina, así ella unió las dos reglas la franciscana y la agustina. Desde muy pequeña había tenido frecuentes éxtasis y visiones, por lo que era muy popular entre sus hermanas religiosas, ya que solía vaticinar futuros acontecimientos del convento que difícilmente habría podido conocer por vía natural. Fue muy amada, y cuando murió se descubrió que su corazón conservaba las huellas de la pasión de Cristo, y en su vesícula biliar tres piedras del mismo tamaño que se consideraron un símbolo de la Trinidad. Estos estigmas pueden contemplarse en el corazón embalsamado de santa Clara de Montefalco. Murió a causa de sus múltiples actos ascéticos. Fue canonizada por SS. León XIII en 1881.

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(Parroquia San Martín de Porres)