Nació en
Filadelfia, Pensilvania, (Estados Unidos). Era hija de un
banquero emigrante. Se quedó huérfana de madre muy pronto
y no llegó nunca a conocerla. El padre se casó de nuevo
con Emma Bouvier, que hizo de madre para Catalina. El ejemplo de su
casa, le llevó a hacer voto de virginidad, y comunicarle a su
confesor, James O’Connor, su deseo de ingresar en la vida religiosa,
éste le disuadió de la idea y le dijo que podía
preocuparse por los indios y afroamericanos en el estado secular.
Durante una gira por Europa, habló con el papa León XIII
y le pidió ayuda para que enviara más misioneros para que
atendiera a los indios y negros, él le sugirió que se
hiciera misionera ella misma.
A su regreso a
Filadelfia, solicitó su ingreso en las Hermanas de la
Misericordia de Pittsburgh, donde inició el noviciado, pero a
los dos años las cosas cambiaron. Con su gran fortuna, unos 12
millones de dólares, atendió a numerosas peticiones de
ayuda que recibía de muchos misioneros para la
evangelización de indios y negros americanos. Fundó las
Religiosas del Santísimo Sacramento para indios y negros, que
tenía como misión pedir por los indios y por las gentes
de color. Durante su larga vida fundó un centro misionero y
cerca de 60 escuelas para los negros e indios, especialmente en el
oeste y el sur de los Estados Unidos; fundó además para
ellos la Universidad de Xavier en Nueva Orleáns, que
sería la primera universidad para afroamericanos de todos los
Estados Unidos; por todo ello sufrió persecución por la
autoridades políticas. Visitaba constantemente las misiones
lejanas hasta que se debilitó su salud. Fue reelegida
eninterrumpidamente superiora general hasta el 1937.
Después de
un ataque al corazón, pasó los últimos 20
años de su vida concentrada en la oración y
meditación. Murió en la casa madre de su comunidad,
Bensalem, Pennsylvania. Fue beatificada el 20 de noviembre de 1988 por
SS Juan Pablo II y canonizada por el mismo Pontífice en Roma, el
1 de octubre del 2000.