SANTA BRÍGIDA
DE KILDARE
1 de febrero
524 d.C.
Nació en Faughart (Irlanda del Norte) y se cree que
procedía de una familia noble irlandesa; la leyenda dice que fue
hija del rey irlandés Dubtach y esclava, al ser vendida a un
hombre llamado Magnus. El rey, arrepentido, quiso recuperar a su hija,
ésta se había hecho guapísima y deseaba ser
religiosa, le pidió al Señor que la hiciera fea, y la
dejó tuerta.
Fue bautizada por un
discípulo y sobrino de san Patricio, san Mel, a los 16
años ingresó en religión y mas tarde fundo el
convento de Kildare, en el condado de Irlanda, en la provincia de
Leinster, del que fue abadesa (se piensa que éste fue el primer
convento femenino de Irlanda). Según la leyenda, el convento de
Kildare, se construyó, primero debajo de un árbol, que
fue donde se retiró nuestra Santa, y se le unieron muchas
personas, hasta que se construyó el edificio (“Kildare”
significa en lengua celta “celda bajo el roble”).
Los milagros y
anécdotas que se cuenta de ella son hermosos y
líricamente imaginativos; especialmente la que se refiere a una
monja ciega, Dará: Una tarde, al ponerse el sol,
Brígida estaba sentada con la hermana Dará, una santa
monja que estaba ciega: hablaban del amor de Jesucristo y de los gozos
del paraíso. Sus corazones rebosaban en tal forma, que la noche
voló mientras conversaban y no se dieron cuenta de que
habían pasado muchas horas. Entonces salió el sol tras
las montañas de Wicklow, y su luz pura y blanca vino a iluminar
y a alegrar la faz de la tierra. Brígida suspiró al ver
la hermosura del cielo y de la tierra: sabía que los ojos de
Dará estaban cerrados a toda esta belleza. Inclinó
entonces la cabeza y rezó; extendió su mano e hizo la
señal de la cruz sobre las apagadas órbitas de la dulce
hermana. Entonces cesó la oscuridad, y Dará vio la esfera
dorada en el oriente y los árboles y las flores, que brillaban,
con el rocío a la luz de la mañana. Se quedó
mirando un instante y luego, volviéndose a la abadesa le dijo:
«querida Madre, le ruego vuelva a cerrar mis ojos, porque cuando
el mundo está así de visible a los ojos, el alma ve menos
claramente a Dios». Entonces Brígida oró una vez
más, y los ojos de Dará volvieron a obscurecerse.
Para los irlandeses reemplaza a una divinidad pagana, y la conocen como
la Señora de Erin; también es una segunda Virgen
María (altera María): la llaman “María
Hibernorum”. Patrona de Kildare.