SANTA BERLINDA
3 de febrero
902 d.C.
Era
hija de Odelardo, señor de Meerbeke en Ninova (Flandes oriental)
y de Nona, hermana de san Amando de Elnone. Hacia el 880 durante la
invasión normanda de Flandes, Odelardo fue encargado de la
defensa de los territorios de Amberes y Condé. Durante la
guerra, perdió a su hijo Eligardo, y después de la
derrota de los normandos, en el 891, de regreso a Meerbeke,
enfermó de lepra. Berlinda, entonces huerfana de madre,
vivió con su padre cuidándolo con todo su amor. Pero un
día Odelardo creyó notar en su hija, no se sabe si con
razón o sin ella, cierto disgusto por su enfermedad, e irritado
la desheredó en favor del monasterio de santa Gertrudis de
Nivelles. Entonces Berelendis, abandonada por su padre, ingresó
como benedictina en el convento de Santa María en Moorsel
(Flandes, Bélgica), donde vivió varios años en
extrema pobreza con las pocas monjas, que habían regresado
después de la invasión normanda a Chévremont en
Lieja, donde se habían refugiado.
Un día tuvo la
revelación de la muerte de su padre, y, regresó a
Meerbeke, se ocupó de sepultar a su padre en la iglesia del
devastado monasterio de San Pedro. Cediendo a la solicitud de sus
familiares, fue reclusa en Meerbeke, donde llevó una vida de
austeridad, oración y caridad, junto con otras piadosas mujeres
que se unieron a ella.
En su vida, además de numerosos milagros que se le atribuyen
después de su muerte, también se le atribuyen otros
muchos prodigios. Murió 27 años después de la
muerte de su padre, y fue sepultada en la iglesia de San Pedro. Es una
de las santas más veneradas en Bélgica. Tiene culto local.