Nació
en
Langasco (Génova), pero su familia se trasladó al valle
del Ticino en busca de trabajo; en Pavía nuestra beata
trabajó en una verdulería. Hacia los 20 años vive
una fuerte experiencia interior que acrecienta en ella el amor a la
oración y a la penitencia y, en modo especial, el deseo de
abandonarlo todo para consagrarse enteramente a Dios. Aunque se
sentía llamada a la vida religiosa escuchó el consejo de
su familia y se casó con Giovanni Battista Frassinello.
El camino de
Benedicta en búsqueda de la voluntad de Dios es bastante arduo y
difícil; se ve empujada por un impulso interior hacia la vida de
virginidad, cultivado desde su adolescencia. Vive dos años
casada, después de los cuales tiene la alegría de
realizar, en ese estado, el aspecto profundo y sublime de la virginidad
espiritual. De común acuerdo con su marido, que atraído
por la santidad de Benita abraza renovando juntos el voto de castidad
perfecta delante del Obispo. Los dos se dedican generosamente a la
acogida y educación humano-cristiana de las chicas pobres y
abandonadas.
La obra de
Benedicta se inserta en la vida social de Pavía en un
período en el que la institución de la escuela era
acogida como auténtica portadora de bienestar. Es la primera
mujer de la ciudad y de la provincia que ve esta necesidad y el
gobierno austriaco le otorga el título de "Promotora de la
Pública Instrucción". Ayudada desde el primer momento por
algunas jóvenes voluntarias, a las cuales da un reglamento
aprobado por la Autoridad Eclesiástica, une a la
enseñanza escolar la formación catequística y la
formación al trabajo. De ambientes se sirve para transformar a
las chicas en "modelos de vida cristiana" y asegurar de esta manera la
verdadera formación de las familias.
Su constante
entrega nace y crece del fervor eucarístico y de la
contemplación del Crucifijo, porque ella está convencida
que sólo Dios es su verdadero apoyo y protección. En su
vida no faltan experiencias místicas que se repiten,
particularmente, en las fiestas litúrgicas sin distraerla de sus
obligaciones cotidianas. Por amor a las niñas está
dispuesta a los mayores sacrificios: de su persona, de sus bienes y
hasta de la fama. La singularidad de la obra y el programa educativo de
Benedicta son duramente criticadas por la oposición de personas
poderosas, que se ven molestadas en sus viles intereses, y
también por la incomprensión de algunas personas del
clero. En julio de 1838 Benedicta cede su institución al obispo
Tosi y, junto con el marido y cinco fieles compañeras, abandona
Pavía y se dirigió hacia Liguria.
En Ronco Scrivia
abre una escuela para las chicas del pueblo y funda la
Congregación de las "Hermanas Benedictinas de la Providencia",
para las que escribe las “Reglas Constituciones”. En ellas queda
plasmado el desarrollo del carisma de Pavía, ampliando a todas
las chicas y jóvenes la educación, la instrucción
y la formación cristianas, con su inconfundible espíritu
de ilimitado abandono y confianza en la divina Providencia, de amor a
Dios, a través de la pobreza y la caridad.
El Instituto de las
Hnas. Benedictinas de la Providencia se desarrolla rápidamente.
En 1847 también llega a Voghera. Esta sede, cuarenta años
después de la muerte de Madre Benedicta, por obra del obispo
diocesano se convierte en Instituto independiente. En tales
circunstancias las hermanas toman el nombre de "Benedictinas de la
Divina Providencia" en memoria de Benedicta, su fundadora. En 1851
Benedicta vuelve a Pavía, en una zona distinta a la primera
fundación, y en 1857 abre una escuela en un pueblo de
Valpolcevera, San Quirico. Su contraseña era: "En nombre del
Señor". Su finalidad formar mujeres cristianas para sí
mismas y para la sociedad. Benedicta muere santamente en Ronco
Scrivia, en el día y hora predichos por ella. Entorno a su
féretro se reúne una gran multitud de gente como
última manifestación de estima y de dolor hacia la que
considera como una "Santa". Fue canonizada por SS Juan Pablo II el 19
de mayo de 2002 en la Plaza de San Pedro.