SAN SIRICIO
384-399 d.C.



   Bajo su pontificado se produjeron acontecimientos importantes. En 391 el Papa dio a San Agustín el Obispado de Hipona. En agosto de 390, después del asesinato del comandante militar de Tesalónica, un godo, el emperador Teodosio, ordenó una tremenda represalia. Más de siete mil personas fueron muertas en las calles de la ciudad. Esta crueldad de un príncipe cristiano produjo escándalo. El Obispo de Milán, Ambrosio, excomulgó al emperador. En la noche de Navidad de 390, el emperador más poderoso de la tierra se presentó en la plaza de Milán vestido de mendigo y proclamó su culpa y su arrepentimiento.

   Siricio hizo todo lo posible para dar carácter de obligatoriedad a las decisiones de la sede romana. Dirigió unas Epístolas decretales a casi todos los obispos sobre materia de liturgia y disciplina. Fue moderado con respecto a los discípulos de Prisciliano, condenados en 380 por el concilio de Zaragoza. Hizo reconstruir la basílica de San Pablo en la Via Ostiense, al oeste de Roma, donde todavía se conserva una inscripción con su nombre y su mayor cualidad en la vida: tota mente devotus.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)