SAN SILVESTRE GOZZOLINI
26 de noviembre
1267 d.C.
Nació en Ósimo en Las Marcas, en el seno de una familia
de la nobleza. Su padre era jurisconsulto. Estudió en Padua y
Bolonia leyes, con la intención de ser abogado, tal como era la
voluntad paterna. Pero al conocer a los estudiantes de Teología
y las predicaciones de santos Domingo y Francisco, en vez de estudiar
leyes, estudió Teología. El padre en cuanto lo supo, lo
hizo volver a casa, y casi prisionero, estuvo trabajando para su
progenitor, que dejó de hablarle. Pero diez años,
después nos lo encontramos de presbítero entre los
canónigos de la ciudad. Lo ordenó el obispo de
Ósimo, que fue su protector.
Se dedicó a la
predicación, y con sus sermones fustigó a la sociedad de
su época, denunciando los vicios morales que eran muy profundas.
También se dedicó a la pedagogía, abriendo
escuelas de instrucción para adolescentes, para crear una nueva
generación de hombres con sentido cristiano de la vida.
A los 50 años,
tuvo una profunda crisis espiritual que le hizo cambiar de vida; viendo
los estragos causados por la muerte en el cuerpo de un amigo
recién fallecido, decidió dejar su canonjía. Pero
parece que la razón verdadera fue que el nuevo obispo de
Ósimo llevaba una vida irregular, impropia de un pastor, y
Silvestre no estaba de acuerdo con ello, entrando en conflicto con su
obispo.
Se
retiró como ermitaño en Valdicastro y allí
vivió un año. Tuvo un discípulo al que se le
añadieron otros, entonces decidió marcharse al Monte
Fano, donde vivió en soledad, pero otra vez el grupo de
discípulos le alcanzó en este lugar y construyó
para ellos, un pequeño monasterio dedicado a María, bajo
la regla de san Benito. Cerca del primer monasterio fundó otros
12, y así se formó una nueva comunidad la Orden de San
Benito de Montefano "silvestrinos" con una reforma de la regla
benedictina, dedicados a la pobreza y al trabajo. Por todo ello es uno
de los representante de la reforma del monacato benedictino en Italia.
Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales.