SAN SILVERIO
536-537 d.C.
El 9 de
diciembre de 536 las tropas de Belisario entraban en Roma, y los godos
se retiraban sin oponer resistencia. Sin embargo, la guerra
siguió veinte años más, hasta que los
bárbaros fueron liquidados. El sueño del emperador de
Bizancio fue el de reconstruir la unidad del Imperio, y merced al apoyo
de sus dos grandes generales, Narsés y Belisario, logró
reconsquistar África del Norte, parte de España e Italia.
Sin embargo, la mayor gloria de Justiniano surgió, no de los
campos de batalla, sino del dominio del Derecho.
El monumento imperececero, que lleva todavía su
nombre, erigido con la ayuda del jurista Treboniano, fue el Corpus
juris civilis, sobre el que se basó, siglo tras siglo, el
espíritu jurídico de Europa. Fue Teodora, su mujer, la
que tramó una serie de infinitas intrigas con el fin de imponer
la herejía y de anular las ventajas conseguidas por Agapito.
Justiniano fue un buen católico, y lo demostró en varias
ocasiones, pero debía el trono a Teodora, que lo había
salvado durante la insurrección de 532. Una de las primeras
medidas tomadas por Belisario en Roma fue la de llevar a Silverio ante
un tribunal y acusarlo de alta traición a favor de los godos.
Condenado, fue exiliado a Siria.
Página Principal
(Pbro. José Manuel Silva Moreno)