SAN SERAPION
14 de noviembre
1240 d.C.



   Nació en Londres o Irlanda. Desde pequeño mostró gran piedad y una decidida inclinación religiosa. En su edad juvenil manifestó fervientes deseos de contribuir a la liberación de Tierra Santa, entonces en manos de los infieles. Su padre, que era general del ejército inglés y estaba emparentado con la familia real, prometió llevarlo consigo, y en el año 1190 marchó con el rey Ricardo Corazón de León a Palestina. Allí dio Serapio singulares muestras de valor y de intensa piedad, actuando decididamente en las batallas y socorriendo a los cristianos que sufrían en la esclavitud. Después estuvo en el ejército de Leopoldo VI, duque de Austria.

   Años después, ya muertos sus padres, se dirigió a España para servir al rey don Alfonso VIII de Castilla en la guerra contra los sarracenos. Tan relevantes fueron sus virtudes y méritos, que el monarca lo nombró su consejero, prosiguiéndose la guerra hasta el triunfo final.

   Después de otra incursión a Palestina, donde luchó contra las huestes de Conradino, hijo del gran sultán de Egipto, volvió nuevamente a España para combatir contra los moros al lado de los reyes Fernando de Castilla y Jaime I de Aragón.

   Regresó a España y donde conoció a san Pedro Nolasco y su obra, tuvo que sufrir un cambio profundo, de pasar de militar a buscar las vías pacíficas de la redención de cautivos; en el 1222, se hizo mercedario, convirtiéndose en uno de los frailes más fieles de san Pedro Nolasco.

   En aquel tiempo la isla de Mallorca estaba ocupada por los moros y desde allí partían navíos que asolaban las costas de Cataluña y apresaban las embarcaciones cristianas en el mar. Cuando el rey don Jaime partió con una armada contra aquella isla, Serapio se unió a la expedición y cooperó brillantemente a su conquista. Después partió hacia el archipiélago británico, con el objeto de propagar la fe en Inglaterra, Escocia e Irlanda, pero el barco en que viajaba fue apresado por los piratas sarracenos. Conocida su condición de sacerdote cristiano, fue atado a un poste y bárbaramente azotado, hasta que, considerándolo muerto, lo arrojaron desnudo a un arenal de las costas de Inglaterra.

   Al tener noticia de su llegada, Alejandro, rey de Escocia, lo llamó a su lado, encargándole diversas misiones, que Serapio cumplió satisfactoriamente, hasta que recibió una carta de san Pedro Nolasco, quien le pedía que se restituyera a España.

   Vuelto a la Península, realizó Serapio algunas redenciones, una de ellas en Murcia, donde libertó a noventa cautivos. En su última redención, marchó a Argel, en compañía del beato fray Berenguer de Bañeres, y se quedaron como rehenes, para catequizar a los cautivos cristianos para que no renegaran de su fe; esto enfureció a los jefes musulmanes. Murió crucificado en una cruz en aspa, en Argel después de largas torturas. Es el primer mercedario que murió mártir.  

Página Principal
(Pbro. José Manuel Silva Moreno)