Cuando se estaba
construyendo la ciudad de Troia, se encontraron los restos de un obispo
que estaba inscripto como San Secundino, y envuelto en una sucia
sábana. El hallazgo mismo se consideró milagroso, y el
pueblo comenzó a venerarlo.
Pero el obispo de
Troia dudó de la veracidad del hallazgo. Por esos días
fue atacado de un profundo dolor en el costado, y sus
presbíteros le recomendaron rezarle a las reliquias del nuevo
santo; así lo hizo, y fue sanado inmediatamente, por lo cual
comprendió que ese milagro era un signo del cielo para validar
el hallazgo. A este signo siguieron otros, de tal modo que la
veneración de los troianos por este ignoto obispo ya no
cesó.
Todo lo que tenemos
es estas reliquias, su nombre, y la posibilidad de que haya sido obispo
hacia los siglos V o VI. La fecha del 11 de febrero es la de esta
"inventio" (hallazgo). Copatrono de la ciudad de Troia. Tiene culto
local.