SAN SABINO DE CANOSA
9 de febrero
566 d.C.
La historia de Sabino
es bastante difícil de desembrollar, no sólo porque
está recargada de leyendas, sino también porque hay otros
dos santos del mismo nombre en el "Acta Sanctorum" el 9 de
febrero y algunos puntos de sus vidas son tan semejantes, que parece
que se han confundido. Uno de ellos fue un obispo que asistió a
la consagración del santuario de San Miguel en el Monte
Gárgano, en 493, y fue sepultado en Atripaldo, mientras que
nuestro Santo vivió después y su cuerpo fue enterrado en
otro lugar.
Nació en Canosa
en Apulia (Canosa en Apulia (Canusium) es completamente diferente a
Canóssa, no lejos de Parma, famosa en la vida del Papa San
Gregorio VII). Desde su juventud no aspiraba sino a las cosas de Dios,
y no deseaba en absoluto el dinero, excepto como medio para ayudar a
los pobres, cosa que hacía con suma generosidad. Llegó a
ser obispo de Canosa, y tenía amistad con la mayoría de
los hombres prominentes de su tiempo, incluyendo al mismo san Benito,
quien parece que le predijo que Roma no sería destruida por
Totila y los godos. El Papa san Agapito I lo envió a la corte
del emperador Justiniano para apoyar al recién nombrado
patriarca, san Menas contra el hereje Anthimus y asistió al
concilio que presidió san Menas en el año 536. En su
camino de regreso, pasó por Lycia, visitó la tumba de san
san Nicolás en Myra, donde se le mostró el santo en una
visión.
En su ancianidad,
Sabino perdió la vista, pero fue dotado de gran luz interior y
del don de profecía. Se cuenta que Totila, deseando poner esto a
prueba, persuadió al copero del obispo para que lo dejara
ofrecerle la copa del brindis al santo ciego. No bien Sabino
asió la copa exclamó, "Viva esa mano" y desde entonces
Totila y sus cortesanos lo consideraban como profeta.
Otra ocasión en que demostró su poder de profecía
fue cuando su arcediano Vindimus, que ansiaba obtener el obispado,
deseando apresurar su muerte, indujo al copero a poner veneno en la
copa del anciano. San Sabino dijo al joven, "Bébelo tú;
yo sé lo que contiene." Entonces, cuando el copero
retrocedió sobresaltado, el santo tomó la copa y la
apuró diciendo: "Beberé esto, pero el instigador de este
crimen nunca será obispo." El veneno no lo dañó en
absoluto, pero el que había querido ser su sucesor murió
en aquella misma hora en su casa a 4 Km. de distancia de allí.
San Sabino murió a los cincuenta y dos años de edad, y su
cuerpo fue trasladado posteriormente a Bari, donde parece que estuvo
olvidado algún tiempo y fue redescubierto en 1901. Patrón
de Canosa y de la catedral de Bari.