SAN SABINO DE AVELLINO
9 de febrero
526 d.C.
Fue
obispo de “Abellinum” antigua ciudad romana que se encuentra muy cerca
al castillo de la actual Atripalda y que en la historia irpina fue
luego la ciudad de Avellino. Tuvo como diácono y administrador de
la diócesis al joven san Rómulo, que le fue muy fiel y
que lo asistió en su muerte. Sabino fue sepultado en el “Specus
martyrum”, uno de los monumentos más insignes de la
arqueología irpina y que hoy es hipogeo de la iglesia de San
Hipolisto en Atripalda.
Rómulo
recogía en una ampolla un líquido llamado “manna”, que
destilaba la tumba del obispo y que operaba milagros y curaciones. El
joven diácono, muerto a causa del dolor por la ausencia de
Sabino, fue sepultado junto a la tumba del obispo en el “Specus
Martyrum”. La inscripción de la lápida apunta que san
Sabino fue un pastor vigilante y trabajador, que restauró la
sede episcopal de Abellinum, que durante algunos años
había sido sede vacante, después de la muerte de su
predecesor, Timoteo.
Así en el inicio del siglo VI, mientras los ostrogodos
invadían la península itálica, Sabino se dedicaba
a la cura de las almas, ayudando y sosteniendo a sus ciudadanos,
administrando con integridad la justicia y llevando con la caridad a
los cristianos hacia la visión del Reino de Dios. Patrón
principal de Atripalda (Avellino, Italia).