SAN RUFILO DE
FORLIMPOPOLI
18 de julio
382 d.C.
Nació en Atenas y fue consagrado obispo por el papa san
Silvestre en el 330. Este relato cuenta la leyenda, muy repetida entre
los santos del medioevo, que entre san Mercurial, obispo de
Forlì, y él liberaron a la ciudad de Forlimpópoli
de la presencia de un terrible dragón que derramaba la peste en
la zona.
Con los obispos de la
región se dedicó a refutar la herejía arriana y
por documentos que nos hablan de estos obispos, san Rufilo,
ejerció su ministerio episcopal en la primera mitad del siglo V.
Murió en su sede. San Pedro Damián, en el sermón
que predicó en su honor, nos ha dejado su testamento espiritual:
“Todo lo que cada unos gastamos amando al prójimo lo gasta para
él mismo. Guardaos, queridísimos, de las riñas,
amad la paz, sed testigos de la caridad, para que vestidos con estos
ornamentos, os podáis presentar serenos ante la potestad del
Sumo Juez”.
Sus reliquias, cuando se destruyó la ciudad en el 1362, por la
tropas güelfas del cardenal Gil de Albornóz, fuera
trasladadas a la iglesia de Santiago de Forlì. En 1964,
regresaron a la colegiata de Forlimpópoli.