SAN ROMÁN DE
CONDAT
28 de febrero
460 d.C.
Sobre
su juventud sabemos muy poco. Su vida se mueve en los años
difíciles de las invasiones bárbaras. Reinaba la barbarie
y la desolación. Román, dotado de un carácter vivo
y expansivo se encontró la en la encrucijada de elegir entre el
servicio de las armas y el silencio y la oración. Eligió
el sacerdocio y fue ordenado en Besançon por san Hilario de
Arles en el 444; renunció a todas las prebendas que podía
ofrecerle su nuevo estado e ingresó en la abadía de Ainay
cerca de Lyon. Al poco tiempo salió con autorización del
abad para vivir solitario en el Jura. Su fama atrajo a muchos,
especialmente a su hermano san Lupicino, y así nació la
abadía de Condat -después llamada de Saint-Oyend-, que
será el origen de otros muchos monasterios.
Se vio obligado a fundar otro monasterio en Leuconne, después un
tercero, femenino, en La Beaume, después llamado de Saint Romain
de la Roche, regido por su hermana. En estos monasterios impuso la
novedad de una especie de diarquía, porque quiso dividir el
gobierno de la abadía con su hermano, ya que él era
demasiado blando, y su hermano más riguroso. Lupicino era
más fogoso que Román y a veces un tanto duro en las
penitencias que él se imponía y quiso también para
los demás. Entonces aparecía Román, y con su gran
bondad, traía la paz y descargaba a los monjes de penitencias
exageradas. Gracias al buen hacer de Román nunca hubo escisiones
en el monasterio y todos vivieron como verdaderos hermanos.
Román también supo ser duro e intransigente con los
príncipes y nobles cuando vió que los derechos humanos y
de la Iglesia eran pisoteados por ellos. Condat se convirtió en
una de las escuelas más famosas de su tiempo y de allí se
difundió la vida religiosa en los Alpes, Jura, los Vosgos, Suiza
y Germania.