Nació en la
Galia Transalpina; la tradición medieval lo quiso originario de
Provinum (la actual Provins). Fue discípulo de san Ambrosio de
Milán; más tarde fue coadjutor de san Félix,
obispo de Como, a quien ayudó en la evangelización de
aquellas tierras. A la muerte de san Felipe de Como, lo sucedió
como obispo, en el 391, y cuya diócesis preservo de la
herejía arriana.
Se le
atribuye la edificación de la iglesia de Santos Gervasio y
Protasio, que fue el segundo edificio cristiano levantado en la ciudad.
Su episcopado debió brillar por sabiduría y santidad, ya
que después de su muerte recibió ininterrumpidamente
culto. Una fuerte veneración le fue dedicada por los creyentes
de la diócesis, prueba de ello son las muchas iglesias
medievales que le han sido dedicadas. Tiene culto local.