SAN PEDRO TOMÁS
6 de enero
1366 d.C.



   Nació en Salimaso de Thomas, un pueblecito del Perigord francés, en la diócesis de Sarlat, en el seno de una familia muy pobre. Muerto su hermano, para no agravar más la miseria familiar abandonó a sus padres y, se retiró a Monpazier donde se puso al servicio de una familia. Vivió de limosna y al mismo tiempo enseñó a los hijos más pequeños. Así vivió hasta la edad de 20 años cuando lo descubrió el prior de los carmelitas y se lo llevó al convento donde estudió en un colegio que estos tenían en la ciudad. Poco después el prior de Bergerac se lo llevó a su convento donde vistió el hábito de carmelita y fue ordenado sacerdote. Marchó de un convento a otro donde se formó y estudió Filosofía y Teología. Fue cofundador de la facultad de Teología de la universidad de Bolonia.

   En 1345 fue elegido procurador general de la Orden y fue enviado a Aviñón donde estaban los Papas. A pesar de ser bastante deforme de cuerpo -tanto que a su padre general le daba apuro presentarlo a los cardenales- pronto empezó a llamar la atención por su inteligencia, por su equilibrio en tratar las cuestiones, y sobre todo, por su gran virtud. Parece que tenía cualidades especiales para "pacificar" a los príncipes y la Santa Sede o a aquellos entre sí. Fue enviado a Génova por Inocencio VI, para negociar la paz entre Milán y la República de Venecia. Después fue enviado a Servia para solucionar un cisma que había surgido. Se hizo mediador entre Hungría  y Venecia.

   Fue nombrado Obispo de Patti y Lípari (1354); en el 1359, obispo de Corone en Morea, en el 1363, arzobispo de Candia, y como tal representó al Papa ante el emperador Carlos IV; en todos estos cargos, sembró la paz.

   Una cosa no toleró nuestro santo: la herejía. Fue intransigente con los herejes, y de tal manera lo demostró que, para darles ejemplo, en Creta hizo quemar públicamente los huesos de un hereje. Prohibió con la pena de excomunión a los clérigos que llevasen barba.

   Fue el santo de la "unión de los cristianos" cuando fue enviado a Constantinopla para tratar la unión entre la iglesia griega y la latina, que tuvo lugar 80 años después en el Concilio de Florencia. De regreso a Aviñón, en el 1364, fue creado legado universal para Oriente y patriarca de Constantinopla y arzobispo de Creta. Siendo procurador general, en 1351, según la tradición, consiguió de María la promesa de que "su Orden del Carmen duraría siempre". Su devoción a María fue siempre su nota particular y la extendía por todas sus correrías y apostolados. También vistió siempre el hábito carmelita, y sintió un gran amor por su Orden, la oración y por la pobreza y la humildad, virtudes que practicó en grado heroico. Tuvo el mando de un cuerpo de expedición que tomó parte, junto con el rey de Chipre, en la invasión de Alejandría en la cruzada que él mismo había promovido. Fue herido, y tuvo que regresar. Las heridas le provocaron la muerte. Murió en el monasterio carmelitano de Famagusta. 

   Un decreto de Pablo V, de 1608, concedió a los carmelitas celebrar la fiesta de san Pedro Tomás, como obispo y mártir, lo que puede considerarse una confirmación de culto; pero no ha habido hasta ahora una canonización formal. Su presencia en el Martirologio Romano es, ya de por sí, una confirmación del culto.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)