SAN PEDRO FABRO
1 de agosto
1546 d.C.
Pedro
Le Févre nació en Villaret (Saboya), en el seno de una
familia de montañeses. Desde muy joven hizo voto de castidad. En
1525 estudiaba Filosofía en el Colegio de Santa Bárbara
de París cuando se encontró como compañero de
habitación a san Francisco Javier. Ambos amigos cayeron en 1529
bajo la influencia de san Ignacio de Loyola, que haría un gran
bien en el alma de Pedro al librarlo de sus crisis de escrúpulos
morales.
Obtenida la
licenciatura en Artes y después de pasar una temporada en su
casa, volvió a París en 1534 donde hizo los “Ejercicios
Espirituales” con san Ignacio. Al terminarlos
decidió hacerse sacerdote, y fue ordenado en 1534, y fue el
primer sacerdote del grupo.
Con San Ignacio y los
otros compañeros hizo el voto en Montmatre de marchar a
Jerusalén, y de no poder hacerlo, ponerse a la entera
disposición del Papa. Con ellos fue a Venecia y al no poder
partir para Jerusalén, por la guerra entre Venecia y
Turquía, marcharon a Roma, poniéndose a las
órdenes de Paulo III que le mandó enseñar
teología en la Sapienza. Después de la aprobación
oficial de la Compañía de Jesús, hizo los votos
religiosos; en 1540 trabajó en Parma, Worms, Spira y Maguncia,
especialmente en Colonia, en los coloquios con los protestantes; en
Colonia formó una comunidad de jesuitas a cuyo frente puso a san
Pedro Canisio. Fue un gran predicador de ejercicios espirituales que
dieron gran fruto; tenía modales que cautivaban y estaba dotado
de una gran habilidad y energía.
Marchó a Portugal, donde consiguió por medio de la esposa
de Felipe II, la princesa María, la entrada de la
Compañía en España, abriendo los colegios de
Alcalá y Valladolid. Fue un teólogo excepcional y se
conocen algunos de sus escritos como su “Memorial”, o diario
espiritual. Murió en Roma cuando marchaba para el concilio de
Trento. Murió en Roma cuando marchaba para el concilio de
Trento. El culto de san Pedro Favre fue confirmado en 1872, pero el
Papa Francisco, el 17 de diciembre 2013, extendió ese culto a la
iglesia universal, y por tanto lo inscribió como Santo.