SAN PEDRO DE CAPITOLIAS
13 de enero
750 d.C.



   La antigua “Passio”, atribuida a san Juan Damasceno, cuenta que Pedro era sacerdote en Capitolías, en la región de Batanea (Basán, hoy Israel). Estaba casado y tenía tres hijos; a los 30 años se sintió llamado a la vida de soledad, y con el consentimiento de su mujer se retiró a un eremo, después de haber colocado a sus dos hijas mayores en un monasterio fuera de la ciudad. Cuando el hijo tuvo doce años lo alojó en una celda vecina a la suya, para darle él mismo una formación espiritual.

   Cuando nuestro santo llegó a los 60 años cayó enfermo, perdiendo la esperanza de morir mártir, pero hizo un intento: mando llamar por medio de su siervo a los notarios musulmanes para dictar en su presencia el testamento; entonces hizo una pública confesión de fe cristiana, lanzando violentas invectivas contra el Islam. Los contrariados musulmanes, en vez de matarlo inmediatamente, decidieron pasarlo por alto, viendo su estado. Poco después llegó la noticia de su muerte; sin embargo, no era cierta, sino que más bien Pedro se restableció milagrosamente y se puso a predicar públicamente en la plaza.

   La cuestión llega a oídos del príncipe Walid I, que juzgó a Pedro, y le ofreció la absolución a cambio de la apostasía. Puesto que el acusado no renegó de la fe, se le condenó a muerte, tanto a él como a sus hijos. La pena se aplicaría en su propia ciudad de Capitolías, no sólo para castigo de los reos sino para escarmiento de los demás, y consistió en la aplicación de tremendas torturas, desde el día 10 de enero hasta el día 13: fue mutilado, cegado, colgado en una cruz y por último decapitado.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)