SAN PEDRO I DE VERCELLI
13 de febrero
997 d.C.
Probablemente fue alemán de origen. Fue elegido obispo de
Vercelli hacia el 978. Nombró abad de Lucedio, san Bononio, al
que le había unido una amistad nacida desde su
participación en la batalla del emperador Otón II contra
los sarracenos en el sur de Italia. Otón fue derrotado en
Calabria y sus soldados y el obispo fueron deportados a
Alejandría de Egipto como esclavos. Fue en esta época que
se cruzó la vida de los dos santos, cuando Bononio era eremita
cerca de El Cairo, y fue coautor de la liberación de Pedro.
Nuestro santo marchó en peregrinación a Tierra Santa y,
después de una breve estancia en Constantinopla, regresó
a Vercelli no antes del 990.
Su apoyo a los
emperadores alemanes le atrajo las iras del célebre Arduino,
marqués de Ivrea, que soñaba para sí con la corona
del naciente reino de Italia. Así que se propuso asesinar al
obispo vercellese, con el asedio a la ciudad en el 997. Una leyenda, no
verificada históricamente, dice que Arduino quiso matar en
persona al odiado obispo. Todavía insatisfecho, ordenó
quemar la catedral vercellese, donde arrojó el cadáver
del obispo asesinado.
La Providencia
reservó una suerte similar al rey Arduino que, una vez
abdicó se retiró como monje a la abadía de
Fruttuaria, a su muerte fue sepultado bajo el altar mayor e
inicialmente venerado como santo por el pueblo, hasta que el obispo de
Ivrea no ordenó que se sacaran los restos y se dispersaran.
El culto con respecto a San Pedro se celebra en el calendario
litúrgico de la Archidiócesis de Vercelli y está
limitado a la ciudad. Su martirio se considera no por odio a la fe sino
por motivos políticos por ello no está en el Martirologio Romano.