SAN PÁNFILO
309 d.C.
16 de febrero
San Panfilo
y compañeros, mártires de Cesarea de Palestina.
Pánfilo, vástago de una familia rica y honorable,
nació en Berytus (Beirut), en Fenicia. Tras distinguirse en
todas las ramas de la enseñanza secular que se impartía
en su ciudad natal, se fue a Alejandría para estudiar en la
famosa escuela catequética, donde estuvo bajo la influencia de
san Pierio, el discípulo de Orígenes. El resto de su vida
lo pasó en Cesarea, que por entonces era la capital de
Palestina. Allí fue ordenado sacerdote. También
allí formó una magnífica biblioteca que se
conservó hasta el siglo VII, cuando fue destruida por los
árabes. Pánfilo fue el más notable estudioso de la
Biblia en su época y el fundador de una escuela de literatura
sagrada. Después de salvar infinitas dificultades, de revisar y
corregir miles de manuscritos, hizo una traducción de las
Sagradas Escrituras más correcta que cualquiera de las que
circulaban hasta entonces. Toda la versión fue transcrita por su
mano y distribuida por medio de copias que hizo sacar a los alumnos
más dignos de confianza de su escuela. La mayoría de las
veces, entregó su trabajo gratuitamente puesto que, a más
de ser un hombre muy generoso, estaba ansioso por alentar los estudios
sagrados.
Como trabajador infatigable, llevó una existencia
muy austera y fue notable por su humildad. A sus criados y empleados
los trataba como hermanos; entre sus parientes, amigos y
particularmente, entre los pobres, distribuyó las riquezas
heredadas de su padre. Una vida tan ejemplar tuvo su merecida
culminación en el martirio. En el año 308, Urbano, el
gobernador de Palestina, lo mandó aprehender, lo sometió
a crueles torturas y lo encerró en prisión, por negarse a
sacrificar ante los dioses. Durante su cautiverio, colaboró con
Eusebio, que tal vez fuera su compañero de prisión, para
escribir una «Apología de Orígenes», cuyas
obras había copiado y admiraba grandemente.