SAN PALEMÓN
25 de enero
325 d.C.



   Palemón es, junto con san Antonio Abad y san Pablo de Tebas, uno de los principales campeones de la soledad y del silencio. Cansado de las vanidades del mundo, un día, durante la persecución de Diocleciano, se puso en marcha y se fue más allá de Tebas donde se hizo anacoreta.

   Allí vivía solitario, dedicado día y noche a la oración. Colaboró en la organización de los ermitaños según los principios de la vida común. La "Leyenda Dorada" nos cuenta los combates que sostuvo con el espíritu del mal. Un día Palemón, único habitante de aquellos contornos, oyó que alguien llamaba a la puerta de su laura. No podía ser más que el demonio, pensó. Nadie conocía su escondite. Nuevos golpes, y por fin abrió la puerta. Era san Pacomio, que quería vivir como monje solitario a su lado. Palemón le mostró aquella agreste soledad. Le explicó su género de vida: vigilias, ayunos, oraciones. Noches de vela para orar, ayunar todos los días hasta ponerse el sol, alimentarse únicamente de pan y sal. Trabajos manuales por las noches para vencer el sueño y no dejarse tentar por Satán. No importa, insistió Pacomio, quiero imitar tu vida. Y Palemón le admitió. Su prestigio empezó a extenderse, y el yermo estéril se llenó de lauras habitadas por anacoretas, para vivir cerca de Palemón.  San Macario “el Grande”, que fue a visitar a San Palemón y san Pacomio, levantó también en  Scete un monasterio.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)