SAN PABLO DE CONSTANTINOPLA
6 de noviembre
350 d.C.



   Nació en Tesalónica. Era un joven presbítero cuando a la muerte de san Alejandro de Constantinopla, en el 337, compitió por la sucesión en el patriarcado de Constantinopla con el anciano diácono Macedonio. Salió vencedor y fue elegido patriarca de Constantinopla. Macedonio que era arriano presentó una reserva formal a esta elección, ya que faltaba la confirmación del emperador y del titular de la metropolita de la que dependía en aquel tiempo la diócesis constantinopolitana. El emperador filoarriano Constanzo II convocó un sínodo en Constantinopla un sínodo que aceptó las tesis de Macedonio, se depuso a Pablo, exiliándolo al Ponto o a Tesalónica, y puso en su lugar a Eusebio de Nicomedia.

   Pablo pasó en seguida a Tréveris, a la corte del emperador de Occidente Constantino II y del obispo san Maximino de Tréveris, estableciendo una sólida relación. En Tréveris permaneció hasta la muerte de Eusebio acaecida hacia el 341. Regresó a su sede hacia el 341, apoyado por un sínodo convocado por el papa san Julio I, pero los arrianos no aceptaron su elección y consagraron a su vez como obispo a Macedonio. Estallaron grandes tumultos que causaron muertos, entre ellos Hermógenes el “magister equitum”, encargado por Constanzo II de alejar a Pablo de Constantinopla. El emperador depuso a los dos obispos acusándolos de los tumultos y dejó la sede vacante. En el 343, comenzó el concilio de Sárdica por el cual Pablo, fue abandonado a su destino, incluso por los obispos occidentales, fue excomulgado y acusado de ser el principal responsable de los desórdenes. Constanzo II, mandó arrestar a Pablo y lo exilio a Singara, en Mesopotamia, mientras Macedonio era nombrado patriarca. Pablo, llamado en el 344, fue exiliado por última vez primero a Emesa, en Siria, y por fin a Cucuso en Capadocia, donde se le negó la comida durante seis días y por último murió estrangulado con su propia estola mientras oficiaba la Misa, por los arrianos. A su muerte fue rehabilitado y considerado un gran defensor de la fe nicena.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)