SAN OLEGARIO DE
BARCELONA
6 de marzo
1137 d.C.
Nació en Barcelona, en el seno de una familia ilustre. Su padre,
Olegario, fue gran valido del conde de Barcelona, Ramón
Berenguer I. Su madre, Guilia, descendía de la nobleza goda.
Formado en la rectitud militar de su padre, eligió el servicio a
la iglesia como sacerdote. A los diez años comenzó sus
estudios en el cabildo de canónigos de la catedral de Santa Cruz
y Santa Eulalia de Barcelona. A los 30 años fue ordenado
sacerdote por el obispo don Beltrán (1093).
En 1094, siendo
preboste de la catedral, renunció a sus prebendas para hacerse
monje agustino en la comunidad de San Adrián en el Besós.
Como espejo de prudencia y observancia, fue nombrado prior dos
años más tarde. Quiso la soledad y pasó a San Rufo
de Provenza donde le eligieron abad en 1110. A la muerte del obispo de
Barcelona, le nombraron para sucederle, pero asustado, huyó y
repitiendo una y otra vez que era indigno y sin méritos. Tuvo
que aceptar a la fuerza porque vio en ello la voluntad de Dios en el
1115. Durante su episcopado se dedicó a la predicación y
se volcó en la asistencia de pobres y enfermos, y procuró
un gobierno justo y pacífico con todos los fieles, iglesias y
monasterios. Fue llamado por el papa beato Gelasio II para que fuera a
verle. Pasó por Roma donde veneró la tumba de los
apóstoles y luego marchó a Gaeta donde se encontró
con el papa que corroboró su fama de santo.
En 1118 pasó a
Tarragona, como metropolitano, sin abandonar la diócesis de
Barcelona. Asistió al concilio de Toulouse (1119), presidido por
el nuevo papa Calixto II; luego asistió al sínodo de
Reims, donde predicó a los obispos y tuvo una gran
aceptación. En 1123, marchó a Roma para asistir al I
Concilio Ecuménico de Letrán, donde se determinó
de forma definitiva el celibato de los sacerdotes. Este mismo
año fue nombrado legado “ad latere” en España para la
campaña contra los infieles. Asistió con el conde
Ramón Berenguer a las expediciones a Tortosa y Lérida.
Logró reedificar la catedral de Tarragona.
Peregrinó a Tierra Santa y a su vuelta pasó por Siria y
Egipto, desembarcando en tierras francesas, donde visitó su
antiguo monasterio de San Rufo. Enviado por el papa Inocencio II al
concilio de Clermont, coincidió allí con santos Bernardo
de Claraval y Buenaventura. La elocuencia de sus argumentos
logró la excomunión del antipapa Anacleto. Trabajó
con método y disciplina por la santidad de sus diócesis.
Dirigió espiritualmente y sin discriminaciones al hombre del
campo y de la ciudad y, a sus sacerdotes, con quiénes
convivió en sínodo los últimos días de su
vida; ayudó a encontrar la paz al beato Raimundo de Barbastro.
Tuvo que poner paz entre los reyes Alfonso VII de Castilla y Ramiro II
de Aragón. Se le conoce como "el amante fidelísimo de la
paz no fingida". Su cuerpo incorrupto se conserva en la catedral de
Barcelona. Patrón de Barcelona. Su culto fue confirmado por
Clemente X el 25 de mayo de 1675.