SAN OLAV II DE NORUEGA
29 de julio
1030 d.C.
Hijo
del rey Harald “el Groenlandés” de Noruega, según la
costumbre de su país, pasó su primera juventud como
pirata, viajando por la regiones del Báltico y las costas
inglesas y francesas. En el 1010, fue bautizado en Ruán, y en
1013, ayudó a Etelredo de Inglaterra contra los daneses; en el
1015, subió al trono noruego, después de vencer en la
batalla naval de Nesjar, al usurpador Haakon. Olav no dudó en
atribuir a Dios este triunfo y prometió organizar el país
según la leyes cristianas y terminar con el paganismo.
Mandó llamar a misioneros, sobre todo de Inglaterra, para que
completaran la cristianización del país. Consiguió
llevarla adelante, pero sus métodos fueron muy duros y fue
expulsado del reino en 1028 por el rey danés Canuto el Grande,
que se proclamó soberano, y tuvo que refugiarse en la isla de
Gotland, según otro autores se refugió en el palacio de
Jaroslaw, gran duque de Nóvgorod.
Intentando volver al poder cayó en la batalla de Stiklestad
contra Canuto rey de Dinamarca. Su tumba se convirtió en
escenarios de sucesos milagrosos, y ya al año siguiente el
obispo de corte, Grimkell, reexhumó el cuerpo del rey y,
reconociendo en el mismo signos de santidad, lo hizo trasladar a la
iglesia de San Clemente en Nidaros (hoy Trondheim),
proclamándolo santo. Hoy los noruegos le consideran el
campeón de la independencia nacional. Sus restos se conservan en
Nidaros (Trondheim). Es el santo nacional de Noruega y está
considerado como el héroe nacional. Patrón de Upsala
(Suecia)
y de Tallin (Estonia).