SAN NICOLÁS DE
TOLENTINO
1305 d.C.
10 de septiembre
Nació en Sant'Angelo in Pontano de Ancona (Italia) como
consecuencia de un voto que sus padres hicieron a san Nicolás de
Bari (sus padres, que no tenían hijos, prometieron al santo ir
en peregrinación a su santuario si tenían descendencia).
Era precoz y superdotado. No tenía más que 11 años
cuando oyó un sermón predicado por un agustino llamado
Reginaldo: "No améis al mundo, ese mundo enemigo del alma y que
tan pronto pasa con sus halagos..." Y tan hondamente penetró el
sentido de estas palabras, que decidió hacerse oblato en el
convento local de los ermitaños de Bréttino, uno de los
grupos que con su fusión acababan de dar origen a la Orden de
San Agustín (1256) y que llevaban una vida de gran austeridad y
semieremítica. En 1261, realizó su profesión
religiosa en San Ginesio. En los conventos vecinos realizó los
estudios teológicos y filosóficos.
En 1270, después de haberse ordenado sacerdote, en
Cíngoli, de manos del obispo de Ósimo, el beato
Bienvenido Scotivoli, se entregó a la predicación diaria
del pueblo, primero lo hizo en Cingoli; donde fue maestro de novicios
de San Elpidio y después, durante 30 años, en Tolentino,
donde se quedó por inspiración divina y por su salud
enfermiza. Toda su vida fue un modelo de vida religiosa, con su entrega
a las almas, su devoción a la cruz, su espíritu de
oración y penitencia. "Señor que siempre camine ante Ti".
No comía ningún manjar y, sus hermanos en
religión, queriendo quitarle lo que consideraban una
manía, se lo dijeron a los superiores, los cuales le indicaron
que debía comer algo mejor; cuando lo hubo hecho dijo: "La
obediencia se ha cumplido. Ahora, no me aburráis más con
vuestras glotonerías". Su superior general tuvo que imponerle
moderación en sus penitencias.
Fue un hombre entregado a los pobres, a los que
repartió alimentos y consejos, con una entrega heroica.
Reconcilió enemistades personales, se esforzó en poner
paz entre las facciones que turbaban la vida de la ciudad. Aunque tuvo
fama de taumaturgo, fue en su forma de concebir el sacramento de la
Penitencia donde se manifestó toda la hondura de su
personalidad: las penitencias que imponía eran muy leves, ya que
él se ofrecía como penitente por las almas de los otros,
imponiéndose asimismo las penitencias que debía imponer a
los otros; pasó muchas horas en el confesonario. El proceso de
su beatificación lo describe así: "Puro, modesto, sin
ambición, tranquilo, amable, comunicativo, leal, humilde,
discreto...". Parece que también se dedicó a la
predicación, y fue muy solícito con sus hermanos
enfermos. Murió en Tolentino diciendo: "Veo a mi Señor,
Jesucristo, su Madre y san Agustín que me dicen: Enhorabuena
buen y fiel servidor". Lope de Vega le cantó en la comedia "El
santo de los milagros". Desde 1969 su culto se ha limitado a los
calendarios locales.
Inmediatamente después de su muerte, se
formó una comisión para coleccionar pruebas sobre sus
heroicas virtudes y sus milagros, pero intervino el suceso del traslado
de los Papas a Aviñón, y la canonización no se
decretó hasta 1446 por el Papa Eugenio IV.