SAN NICODEMO DE MAMMOLA
25 de marzo
990 d.C.
Nació en
Cirò (Catanzaro, Calabria, Italia). Sus padres lo confiaron al
cuidado espiritual de un piadoso y docto sacerdote, Galatón, y
el discípulo progresó al mismo tiempo en las ciencias
sacras y en la piedad. De joven pudo ver el comportamiento licencioso
de algunos de sus contemporáneos, que lo disgustó de tal
modo que sintió la atracción por la vida monástica.
Dejando Cirò,
fue a pedir el hábito monástico al austero abad San
Fantino, pero el pedido le fue rechazado varias veces, porque no
parecía posible que se adaptara a la vida de estudio, penitencia
y mortificación, a la vista de su débil
constitución física. Desilusionado pero no convencido,
insistió apoyado en los buenos augurios de otros monjes, hasta
que san Fantino, movido por esa insistencia, le concedió el
hábito angélico, llamado así entre los monjes
griegos de aquella época.
Nicodemo llegó
a ser, junto a San Nilo de Rossano, ejemplo resplandeciente de vida
ascética en el Mercurio, crecidos y formados los dos en la
rígida escuela del abad san Fantino; y conjuntamente con los
otros santos monjes cálabro-sicilianos hicieron famosa en toda
la cristiandad su comunidad, al punto que Orestes, patriarca de
Jerusalén, la describe elogiándola en sus autorizados
escritos y biografías. El tipo de vida constituía el
gozne de la ascesis, junto a la pureza, de los monjes
cálabro-sicilianos de aquella época; vestía con
una piel de cabra, andaba a pie desnudo en toda estación,
dormía con su jergón de paja en una gruta, comía
castañas y altramuces.
En edad bastante
madura, decidió dejar el Mercurio y se retiró a un eremo
del Monte Cellerano en la Lócride (Calabria), pero la fama de
santidad que lo seguía, atrajo muchos monjes que se le
aficionarion, y Nicodemo se vio obligado a fundar una laura, es decir,
una colonia de anacoretas, que vivían separados, cada uno en su
choza, pero se reunían una vez a la semana. Con el tiempo se
volverá un gran convento. Su laura fue visitada por san Fantino
y otros monjes del Mercurio; sin embargo estaba muy expuesta
también a la curiosidad de los fieles y sobre todo a las
correrías de los sarracenos, por lo que, previendo la
destrucción, dispersó a sus monjes en otros monasterios,
y él se retiró a un cenobio en Gerace (también en
Calabria), donde acentuó la austeridad de su vida.
A
pesar de los 70 años pasados en la aspereza de la vida
ascética, Nicodemo vivió cerca de 90 años,
muchísimos para la época y su débil
constitución física. Murió en el monasterio de
Mammola, que tomó después su nombre. Los milagros
florecieron sobre su tumba y fue proclamado santo por
aclamación, teniendo en cuenta que no había en la
época los procedimientos canónicos actuales. Tiene culto
local.