SAN MEDARDO DE
NOYÓN
8 de junio
560 d.C.
Natural de
Slanecy en la Picardía francesa. Su padre Néstor, era
franco y su madre Protagia era galorromana; los dos, profundamente
cristianos, le educaron lo mejor que pudieron. La leyenda le rodea
desde la niñez de prodigios y milagros. Sus padres le enviaron a
estudiar a las escuelas monásticas de Vermand y Tournai donde se
destacó por sus conocimientos y su santidad. Progresaba en la
oración y en la caridad. Su padre quiso encaminarlo para la
carrera militar, pero pronto se dio cuenta que su vocación era
la de clérigo.
A los 33 años, fue ordenado sacerdote. Se cuenta
que a los ladronzuelos que habitaban por aquellos parajes solía
cogerlos in fraganti y en vez de llevarlos a la cárcel les
hacía reconocer sus pecados y que se corrigieran de ellos.
Instituyó la famosa "Fiesta de la Rosa" que consistía en
coronar de flores a aquella joven que a lo largo del año se
había distinguido por su bondad y caridad... y le daban buenos
regalos. En el 530, fue consagrado obispo de Vermand, por san Remigio,
obispo de Reims. Su sede fue destrozada por los vándalos y los
hunos y se trasladó a Noyón; más tarde se le
confió la diócesis de Tournai, que quedó unida a
Noyón hasta 1146. Tuvo conflictos con el rey franco Clotario I,
quien no obstante sentía por él un gran respeto;
más que un obispo duro y batallador, parece que tuvo una aureola
de bondad entre las gentes todavía paganas y muy dadas a la
violencia.
Concedió el velo a la esposa del rey, santa Radegonda de
Poitiers. Era hermano gemelo de san Gildardo, obispo de Rouen, aunque
se piensa que es una leyenda. A su nombre está ligada una
leyenda similar a la de san Esvituno de Winchester. Patrón de
Jodoigne (Bélgica) y de Tournai.