SAN MAXIMO DE NAPOLES
11 de junio
361 d.C.
Décimo o decimotercer obispo de Nápoles que
dirigió la diócesis probablemente del 347 al 359, durante
el imperio de Costanzo II. El emperador lo envió el exilio por
defender la fe de Nicea y, en su lugar se puso al hereje arriano
Zósimo, que gobernó la diócesis durante seis
años, pero, según se narra, tuvo que abdicar porque cada
vez que intentaba hablar en público la voz no le salía.
Este bloqueo de las cuerdas vocales se atribuyó a la oraciones
de Máximo, preocupado por la difusión de la
herejía entre sus fieles, y esto fue considerado un milagro que
sirvió para su canonización. Máximo consumido por
diversas calamidades, murió en el exilio; se le venera como
mártir.
Sus restos regresaron a Nápoles durante el
episcopado de su sucesor Severo y fue enterrado en la catedral donde se
conserva el sarcófago bajo el altar. Hoy sus restos están
en la iglesia de santos Efebo, Fortunato y Máximo donde se
conserva la estatua del s. XVI del santo “durmiente”. El beato
Pío IX confirmó su culto el 10 de junio de 1872.