SAN MARTÍN DE
PORRES
3 de noviembre
1639 d.C.
Nació en Lima, hijo de un caballero burgalés, llamado don
Juan de Porres y de una esclava mulata panameña, llamada Ana
Velázquez. Con su padre, que había sido nombrado
gobernador de Panamá, marchó de niño a Guayaquil
donde hizo los estudios primarios (1587-1590) y tuvo el reconocimiento
de paternidad de su progenitor. Vuelto a Lima, recibió la
confirmación de manos del obispo de Lima, santo Toribio de
Mogrovejo, en 1591; aprendió peluquería y especialmente
el oficio de enfermero y barbero (los barberos de la época eran
también cirujanos, médicos y farmacéuticos). Con
21 años ingresó en el convento de dominico de Nuestra
Señora del Rosario en Lima (1594) y se entregó a la
oración y a la caridad, a la pobreza y a la humildad.
Desempeñó los oficios de la limpieza del claustro, y
otros menesteres domésticos.
El ejemplo de
humildad fue sobresaliente en este lego, que, aun sintiendo correr
sangre noble española por sus venas y consciente de sus
conocimientos y capacidades profesionales, aceptó la
humillación de ser un simple hermano lego donado, pues, como
mulato, ocupaba el último puesto en la jerarquía de la
sociedad de su tiempo (dentro de los dominicos, ser mulato, significaba
ir detrás de los españoles; indios y negros eran
considerados como verdaderos servidores y no pertenecían a
título pleno a la Orden).
Sus superiores
aceptaron su profesión como hermano coadjutor en 1603, y le
encomendaron el cuidado de la enfermería. Renunció a ser
hermano coadjutor o sacerdote. Martín prefirió las tareas
más humildes, protegió a los esclavos y transformó
su enfermería en un verdadero centro de caridad. Con su tez
morena, su escoba y su lanceta de enfermero, pronto le aureolan relatos
taumatúrgicos. Decían que cuando la ciencia no bastaba,
fray Martín buscaba el remedio con inefable naturalidad en la
oración y en el milagro."¡Si estuviera aquí fray
Martín!, exclamaban lo mismo el enfermo que sus familiares. Y
fray Martín se presentaba inesperadamente -¿cómo
lo ha hecho? preguntaba el enfermo. - no te metas a bachiller, da
gracias a Dios y descansa". Intercambió pobres y enfermos con
san Juan Macías, fraile dominico del convento limeño de
Santa María Magdalena.
La
portería del convento se llenó de gente que buscaba el
milagro o ver el milagro. El superior le llamó: "fray
Martín bajo santa obediencia le prohíbo que haga cosas
así, sin mi permiso". Y Martín obedeció. Pronto
yendo por la calle, resbaló del andamio un albañil, que
grita en el aire: "sálvame, fray Martín. - espere
un poco que voy a pedir permiso". Y este afán de caridad de
Martín para con todos los hombres, era secundado por sus
delicadezas con los animales. Instituyó un hospital donde no se
hacía ninguna distinción de razas o clases, mientras que
en los hospitales públicos de la capital se reservaba un ala del
edificio para cada clase social. Además logró crear el
primer colegio exclusivamente para niños pobres, una mesa para
pobres en el convento y otras obras caritativas en toda la ciudad. El
mismo virrey del Perú le ayudó, visitándolo en su
celda. Murió consumido por la penitencia, atacado por el tifus.
Inmediatamente fue venerado por todos como un santo. Fue
canonizado el 6 de mayo de 1962
por el Papa Juan XXIII, quien profesaba gran devoción por el
santo.Patrón de la justicia social del Perú.