SAN MARTÍN DE MASICO
3 de agosto
580 d.C.



   Su vida nos la relata San Gregorio Magno. Nació en Roma (Italia) en el seno de una familia de la nobleza. Muy joven se retiró a vivir como eremita a la montaña de Cassino. Allí estaba cuando en el 529 lo encontró san Benito. Juntos ayunaron y oraron durante un tiempo, pero su sistema de vida no era la misma. Mientras san Benito quería unir a la oración y la penitencia también el apostolado entre los pastores y la pobre gente que habitaban aquellos lares, Martín quería una vida solitaria, eremita, dedicándola solamente a Dios. Así que de mutuo acuerdo se separaron. Benito se quedó en Montecassino y san Martín se marchó a Monte Másico, en Falerno, entre los condados de Carinola y Mondragón. Allí encontró un lugar rocoso, donde construyó su celda, y todo el día lo pasaba en oración, penitencia y contemplación, permaneciendo en contacto con san Benito. Para vivir en mayor penitencia, se ató una cadena a un pie al que también puso un cepo de piedra y así vivió durante tres años. San Benito le pidió que se deshiciera de aquella penitencia, pues le bastaba estar encadenado a Cristo por amor, Martín obedeció, aunque continuó con una vida de extrema mortificación.

   Nuestro Santo realizó varios milagros y su fama de santidad fue cada vez mayor entre las gentes de los pueblos de los alrededores, que acudían a su encuentro para pedirle oraciones y ser bendecidos por él. Esta admiración popular conlleva el deseo de imitación que lleva a muchos jóvenes el deseo de seguirlo. De este modo se forma una pequeña comunidad, para los cuales Martín construye celdas y una iglesia para la oración común. Martín es nombrado Padre. Abad de esta nueva comunidad que florece junto a él, en el Monte Másico. Serán los monjes quienes los sostendrán en periodos de debilidad física que lo llevarán a la muerte. Su cuerpo reposa en la catedral de Carinola. Es patrono de la ciudad y diócesis de Carinola.

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(Parroquia San Martín de Porres)