SAN MARÓN
9 de febrero
433 d.C.
Ermitaño sirio que vivió en la orilla del río
Orontes, en Apamea de Siria; San Juan Crisóstomo y Teodoreto le
veneraron mucho y de ellos tenemos noticias de él. San Juan
Crisóstomo, le escribía desde Cucusus, donde estaba
desterrado, y se encomendaba a sus oraciones, rogándole le diera
noticias suyas con la mayor frecuencia posible.
Dice de él
Teodoreto: “Habiendo decidido vivir a cielo descubierto, se
retiró a la cima de una montaña, que en un tiempo los
paganos habían dedicado al culto, y consagró a Dios aquel
lugar santo que había sido poseído por los demonios. En
este lugar estableció su morada y sólo raramente hizo uso
de una pequeña tienda que había construído.
Practicaba no sólo las tareas habituales, sino que ideó
también otras, enriqueciendo de este modo la vida
ascética: el gran juez le otorgó una gracia equivalente a
sus trabajos”. Añade también que fue un hombre que tuvo
el don de la curación de los cuerpos y de las almas por medio de
la oración, que adquirió gracias a las enseñanzas
que recibió de su maestro San Zebino.
Generalmente rezaba de
pie, aunque cuando ya era muy anciano, tenía que sostenerse con
un báculo. A los que iban a consultarle, respondía con la
mayor brevedad posible; tan deseoso estaba de pasar todo su tiempo en
conversación con Dios.
La influencia de
Marón marcó el movimiento eremítico en el
región de Ciro. Formó a muchos santos ermitaños y
fundó monasterios; sabemos que, cuando menos, tres grandes
conventos llevaron su nombre. Teodoreto, obispo de Cirrus, dice que los
numerosos monjes que poblaron su diócesis fueron formados por
las instrucciones del santo. Pero también se extendió en
la diócesis de Alepo, donde también practicaron la vida
eremítica en su forma más severa las mujeres.
San Marón fue llamado al premio después de una corta
enfermedad, la cual dice Teodoreto, reveló a todos la gran
debilidad a que estaba reducido su cuerpo. Los pueblos vecinos se
disputaron sus restos. El monasterio de Bait-Maron, construido sobre su
tumba, ha dado nombre a la comunidad católica siria llamada
"maronita", que defendieron con su vida la fe calcedonense. Tras una
breve enfermedad murió. Es el único santo que ha dado
nombre a todo un pueblo: los maronitas.