SAN MARCOS DE ARETUSA
29 de marzo
362 d.C.
Obispo
de Aretusa; participó en el sínodo de Sirmio (351), en el
cual redacto un Credo, por el que fue acusado de arrianismo por
Baronio, que quitó su nombre del Martirologio.
Escribió sobre él Teodoreto. San Gregorio Nacianceno lo
ensalzó como "varón eximio y anciano santísimo".
Ha sido rehabilitado por los bolandistas.
Durante el reinado del
emperador Constantino, Marco de Aretusa demolió un templo pagano
y construyó una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe
cristiana. Al hacer esto, se granjeó el resentimiento de la
población pagana, que, sin embargo, no pudo vengarse mientras el
emperador fuera cristiano.
Su oportunidad
llegó cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono y
proclamó que todos aquellos que hubieran destruido templos
paganos deberían reconstruirlas o pagar una fuerte multa. Marco,
que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia
de sus enemigos, pero enterándose de que algunos de sus fieles
habían sido aprehendidos, regresó y se entregó. El
anciano fue torturado de forma indescriptible, mostrando siempre una
gran calma.
A
la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración y lo
dejaron en libertad, en tanto que el gobernador acudía a Juliano
para recabar el perdón. Eventualmente, el emperador lo
concedió, diciendo que no era una deseo dar mártires a
los cristianos. Aún el retórico pagano, Libanio, parece
haberse dado cuenta del que la crueldad que provocó tal
heroísmo solamente fortaleció la causa cristiana, e
imploró a los perseguidores que desistieran en su
persecución. Nos cuenta el historiador Sócrates que la
población de Aretusa quedó tan impresionada con la
fortaleza del obispo, que muchos pidieron ser instruidos en una
religión capaz de inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos
abrazaron el cristianismo. Así Marco fue dejado en paz hasta el
fin de su vida y murió durante el reinado de Joviano y el de
Valente.