SAN MARCELINO CHAMPAGNAT
6 de junio
1840 d.C.



   Marcelino José Benedicto nació en Rosey, Marlhes (Francia), cuando estalló la Revolución francesa. Pertenecía a una familia de labradores revolucionarios jacobinos. Su tía Luisa, expulsada de su convento por el Terror influyó en su educación cristiana. Un profesor del seminario le dijo un día que debía ser sacerdote. Marcelino estudió en el seminario de Lyon, no sin dificultad, porque no le fue fácil acostumbrarse a los libros. Formó parte de un grupo de doce seminaristas resueltos a emplear sus vidas en la restauración cristiana de la sociedad, por medio de la devoción mariana, el apostolado de las misiones y del catecismo. Subieron al santuario de Nuestra Señora de Fourvière y se consagraron a María. De aquel grupo salieron san Juan Bautista María Vianney (el Cura de Ars), Marcelino de Champagnat y el venerable Colin, fundador de la Sociedad de María.

   A los 27 años, fue ordenado sacerdote (1816) en Lyon, ofreció a la Virgen su sacerdocio en Fourviére. Le enviaron como coadjutor de La Valla, departamento del Loira. Allí trabajó con tesón en todas las labores de su ministerio, como la revitalización del espíritu cristiano de sus feligreses. Combatió los vicios con energía y eficacia, hizo frente a los libros impíos y a los bailes deshonestos. Recorrió todo el territorio parroquial a pie y visitó a todos sus feligreses. Al año siguiente, tuvo que asistir a un muchacho moribundo, Francisco Montaigne, falto absolutamente de instrucción religiosa. Aquello le conmovió tanto que tomó la decisión de fundar una congregación de catequistas. Con dos jóvenes aldeanos y una pobre casita adquirida con un préstamo, en La Valla nació el Instituto de los Pequeños Hermanos Maristas, dedicados a la promoción y enseñanza de la juventud.

   Le había tocado varios despropósitos en la enseñanza. Por eso quiso que sus hijos practicaran una pedagogía esmerada y respetuosa. Nada de castigos aflictivos ni palabras humillantes. Fue el precursor de la escuela activa. Todos los días debían de enseñar el catecismo en sus clases y en la primera hora de lección. Pero la columna de la pedagogía maristas es la devoción a María. Este era su lema y el de su Instituto: "Todo a Jesús por María, y todo a María por Jesús". El fundador decía: "En el Instituto todo pertenece a María. Todo debe emplearse en su gloria. Amarla, inculcar su devoción, como medio de servir fielmente a Jesucristo, es el fin y el espíritu de la Congregación. María es y será la primera Superiora del Instituto". La Sociedad de María de Hermanos de las Escuelas, nació en 1817. La obra se amplió y Marcelino fundó el convento de Nuestra Señora del Hermitage que se convirtió en el principal centro de su actividad y de su Congregación. Tuvo la dirección de la fundación y además tuvo que vencer numerosas dificultades, como críticas, división en el seno del grupo y acusaciones ante el arzobispo. Su salud se resintió y en 1825, cayó gravemente enfermo. Parecía que la obra iba a perecer, pero en cuanto mejoró reunió a los maestros, su sola palabra bastó para animarles y reemprender la tarea con ilusión. Vinieron años de fructífera actividad y expansión hasta su aprobación por el Papa Gregorio XVI en 1836.

   Fue siempre sacerdote diocesano, hasta un año antes de su muerte que hizo votos religiosos en los maristas, pero no fue superior general, ya que habían nombrado a otro, y vivió así el año que le quedaba retirado y modestamente hasta su muerte en Saint-Chamond, en el convento de Nuestra Señora del Hermitage. Fue canonizado por Juan Pablo II el 18 de abril de 1999.

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(Parroquia San Martín de Porres)