SAN AMADOR DE AUXERRE
1 de mayo
418 d.C.
Noble
francés de Auxerre, que fue educado por san Valeriano, obispo de
la ciudad de Auxerre (386-418). Se había casado en un matrimonio in
albis con una santa mujer venerada localmente llamada Marta (no
está confirmado su culto por la Iglesia). Fue ordenado primero
subdiácono, es decir que empezó desde lo más
humilde. Pero resplandeció de tal manera en el monasterio, que
se fue convirtiendo cada vez más en referente de conducta de
todos los monjes, hasta que, al quedar vacante la sede episcopal de
Auxerre el año 388, tras la muerte de san Eladio, tanto el clero
como el pueblo lo eligieron obispo, dignidad que tuvo que aceptar a
pesar de que su humildad le hacía considerarse indigno.
Confirió la ordenación sacerdotal a san
Patricio. Se entregó con entusiasmo a la cristianización
del campesinado de su diócesis, parte del cual seguía
aún en el paganismo; venció milagrosamente la resistencia
de un cierto Rutilio que cedió sus terrenos para la
construcción de la nueva catedral, dedicada a san Esteban
protomártir. Realizó un viaje a Antioquía para
traerse las reliquias de santos Quirico y Julita.
Ordenó sacerdote a su sucesor san Germán de
Auxerre, quien nos ha dejado su biografía. Según la
leyenda en los últimos años de la vida de san Amador, el
gobernador de Auxerre era Germán, un joven patricio muy
temperamental que tenía pasión por la cacería.
Aunque era cristiano, siguió practicando la costumbre pagana de
colgar, en un peral de la plaza central de la ciudad, las cabezas de
los animales que había cazado, para que todo el pueblo admirase
sus proezas. Los paganos practicaban este rito para ofrecer al dios
Wotan el producto de la cacería. Naturalmente, la actitud de
Germán escandalizó mucho a los cristianos. San Amador,
después de haber amonestado en vano varias veces al gobernador,
mandó cortar el árbol, mientras aquel se hallaba ausente.
Germán se puso furioso al saberlo y amenazó de muerte al
santo obispo. Éste juzgó prudente salir de la ciudad por
algún tiempo. Por otra parte, como era ya de edad avanzada,
deseaba, desde hacía algunos años, renunciar a su cargo.
Hallándose en Autun con Julio, el prefecto de la
Provincia, se le ocurrió súbitamente -ya fuese por
revelación o por intuición-, que el propio Germán
debía ser su sucesor. Con permiso de Julio, a cuyas
órdenes estaba Germán, Amador retornó a Auxerre y
convocó a todo el pueblo en la catedral. Germán se
hallaba también presente. El obispo ordenó a todos que
dejasen las armas fuera de la iglesia y mandó cerrar las
puertas; en seguida, con la ayuda de algunos de sus clérigos, se
apoderó de Germán, le arrancó las insignias
seculares, le tonsuró y le nombró obispo de Auxerre. Con
ello, presintió san Amador que estaba terminada su
misión, ya que había trabajado muchos años y
había nombrado a un sucesor que sería, con el tiempo, el
más grande de los obispos del lugar: san Germán Auxerre.
Murió después de un episcopado de 30 años y fue
sepultado junto a su esposa en el oratorio de Mont-Artre. Su sepulcro
fue destruido durante la Revolución francesa y sus reliquias
fueron dispersas.