Nació en
Pontecurone, Piamonte, en el seno de una modesta familia. En su
infancia trabajó con su padre como picapedrero y peón
caminero. Formó parte, como soldado, a las órdenes de
Garibaldi, de la pérdida de los Estados Pontificios.
Ingresó primero en los franciscanos de Voghera (1885), pero su
escasa salud le obligó volver a su casa, pero no el ideal
franciscano que le acompañará toda la vida.
Discípulo de San Juan Bosco, ingresando en su Oratorio de
Turín en 1886. Quiso hacerse salesiano, pero antes de ingresar
en el noviciado decidió que aquel no era su camino y otra vez
volvió a casa.
Ingresó en
el seminario diocesano de Tortona donde fue ordenado sacerdote en 1895;
como no tenía dinero, para costearse sus estudios aceptó
el puesto de guardián de la catedral. Decidió dedicarse a
la juventud más abandonada. Fue un hombre de Iglesia, sencillo,
humano, alegre, optimista, de oratoria fácil que supo hacer la
síntesis práctica entre la caridad y la justicia social.
Comenzó a formar a los niños de la calle, y nació
así el Oratorio de San Luis, y antes de su ordenación
fundó el colegio de San Bernardino.
Fundador de la
Pequeña Obra de la Divina Providencia en 1903, con el fin de
dedicarse al apostolado de la caridad entre los más pobres y
pequeños, inspirada en la espiritual de san Juan Bosco y san
José Benito Cottolengo. Decía a sus hijos: "os recomiendo
que seáis y viváis humildes y pequeños a los pies
de la Iglesia"; "la causa de la Cristo y de la Iglesia no se sirve
más que con una gran caridad de vida y de obras, la caridad abre
los ojos a la fe y caldea los corazones de amor hacia Dios. Quieren
obras de caridad: éstas son la mejor apología de la
fe católica". Su congregación emite un cuarto voto de
fidelidad al Papa. Están consagrados a la Virgen de la Divina
Providencia y su lema es "Instaurare omnia in Christo". Fundó
también las Hermanas Adoratrices, los Hermanos de la Sagrada
Familia y los Eremitas de la Divina Providencia.
En 1909, hubo un
terremoto en Sicilia y allí estuvo don Orione para socorrer a
los damnificados. El Papa san Pío X lo nombró vicario
general de la diócesis de Messina, Sicilia, una de las zonas
más afectada por el terremoto. En 1916, asistió a los
damnificados del terremoto de Avezzano y fundó las
Pequeñas Misioneras de la Caridad, que emiten un cuarto voto de
"caridad" durante la I Guerra Mundial para que atendieran a los hijos
de los militares caídos, a los soldádos y a los
prófugos. En 1921 realizó su primer viaje a
América visitando Brasil, Argentina, Uruguay, ampliando los
horizontes de su congregación y fundando los "pequeños
Cottolengos". Realizará un segundo viaje (1934-1937) a
América, mientras sus fundaciones se expandendieron por todo el
mundo. Murió en de un ataque cardíaco en San Remo.
Su cuerpo incorrupto está enterrado en el santuario de La
Guardia de Tortona. Fue canonizado por san Juan Pablo II el 16 de
mayo de 2004 en la Plaza de San Pedro de Roma.