SAN LUIS IX DE FRANCIA
1270 d.C.
25 de agosto
Nació en Poissy (Beauvais), y era hijo de Luis VIII y de la
beata Blanca de Castilla. Era primo hermano de san Fernando III el
Santo, rey de Castilla. "Luis, prefiero verte muerto antes que en
desgracia de Dios por el pecado mortal" le dijo su madre. A los 12
años fue coronado en Reims, rey (1226), y a los 20 años
se casó, en Sens, con Margarita de Provenza (1234), de la que
tuvo once hijos (sobrevivieron nueve). Se cuidó de educar a sus
hijos en la oración y en las practicas piadosas. Sostuvo con su
dinero a 200 pobres, a los que atendió todos los días.
Invitó también a su mesa a grandes personalidades de la
vida religiosa, intelectual y espiritual, como santo Tomás de
Aquino.
Luis amó la pureza en su justicia de rey, en su
vida privada fue más austero y devoto que un monje (era
Terciario franciscano); como soberano fue enérgico, pero
respetuoso hacia el pueblo, especialmente con los pobres, a los que
protegió contra la usura de los poderosos, y fue un valeroso
guerrero que supo conducir a sus soldados hacia la victoria, como
cuando derrotó al rey Enrique II de Inglaterra en Taillebourg y
Saintes en 1242. Decidió consagrarse a las más altas
empresas que un caballero cristiano pudiera hacer: se hizo cruzado.
Venció a los sarracenos junto a Damieta (1249); pero luego su
ejército, diezmado por una pestilencia, fue derrotado y el mismo
rey fue hecho prisionero (1250); por fin fue rescatado de la
prisión, por a un precio altísimo. Como reacción a
este fracaso surgió un movimiento guerrero anticlerical y
místico ("des pastoreaux", pastorcillos), que fue ahogado en
sangre. Su etapa de cruzado influyó en su vida personal y en su
política como soberano, creando tribunales de quejas de aquellos
subditos que se sentián ultrajados por los funcionarios reales
como los senescales y caballeros. Promovió la justicia
equitativa en sus dominios. Limitó los privilegios
señoriales e introdujo la moneda. Fue un arbitro de la paz entre
los distintos príncipes de la cristiandad. Toda su vida
trató de vivir y gobernar según el Evangelio.
Apoyó a Roberto Sorbón, el fundador de la
Sorbona, a la obra de santo Tomás de Aquino y de Vicente de
Beauvais. Admiró la vida recogida de su hermana: la beata
Isabel. Construyó la abadía de Royaumont, donde se
retiraba a menudo, e incluso servía a los monjes. Tuvo amistad
con el beato Bartolomé de Breganze quién le regaló
una espina de la corona de Cristo y para ella construyó la
Sainte Chapelle. No fue ni un gran general, ni un gran político,
pero fue un gran pacificador entre los distintos príncipes
cristianos europeos. También fue un gran reformador de las
instituciones del país, según la mentalidad de la
época. Estableció el tribunal de la Inquisición en
el Mediodía francés.
En 1270, volvió a intentar la que sería su
última cruzada, pero el tifus o la peste, le segó la vida
en Cartago, Túnez. Antes de morir mando decir al sultán
de Túnez: "Quisiera pasar toda mi vida en las prisiones de
los sarracenos, sin ver la luz, para que vos y su pueblo puedan hacerse
cristianos". Fue canonizado por el papa Bonifacio VIII en 1297.
Patrón de Francia.