Litifredo fue
obispo de Pavía en la segunda mitad del siglo IX.
Lamentablemente, no sabemos nada de su patria de origen, así
como de su fecha de nacimiento. No se conserva una «Vita»
del santo obispo, sino un breve panegírico en un documento
denominado «Breviarium Sanctorum Episcoporum Ticiniensis
Ecclesiae» (Breviario de los santos obispos de la Iglesia de
Pavía); en él se nos dice que Litifredo dio indicios de
su futura santidad desde temprano, dedicándose a Cristo en el
estudio sacro, ya en su adolescencia.
Una vez en el
episcopado de Pavía, dio muestras de piedad, paciencia y
mansedumbre. Se nos dice que preparó su alma en la justicia y el
temor de Dios, y fortaleció su corazón en la batalla
contra las tentaciones. Hizo trasladar al monasterio de San Vicente el
cuerpo de santa Honorata, hermana de san Epifanio de Pavía y
virgen muy venerada por el pueblo. En esa traslación
ocurrió un milagro, con el que, dice el documento, Dios
manifestó la santidad de su virgen y se sobreentiende que
también del obispo: en medio de la procesión, cuando se
iba a ingresar a la basílica de San Nicolás, con los
candeleros delante y el pueblo detrás, el cuerpo que
transportaban quedó como clavado en las gradas, no había
manera de moverlo, hasta que el santo obispo le impuso su palio, y
pudieron nuevamente continuar con el traslado.
A su muerte, en
fama de santidad, fue sepultado en la catedral, junto a la urna de san
Armentario. El año 1636 las reliquias, tanto de san Armentario
como de san Litifredo, fueron trasladadas con toda solemnidad al altar
mayor, por el obispo Fabricio y con la participación de todo el
pueblo en la ceremonia. En la ocasión se registraron varios
milagros. Tiene culto local.