SAN LEÓN I
440-461 d.C.
Toscano de
origen,
León fue el salvador de Occidente en una época en que el
Imperio se desplomaba bajo los golpes de los bárbaros y el
cristianismo se veía cada vez más amenazado por las
herejías. La unidad del Imperio, destruida por las invasiones,
es sustituida por una unidad espiritual, transformada poco a poco en la
idea de civilización unitaria que se encuentra en la base del
concepto de Europa. Los bárbaros invasores - los bárbaros
de Occidente, o sea, los germanos, ya que los bárbaros
orientales, como los hunos, no participaron en la obra- se integraron
en esta unidad, y fue el gran mérito de la Iglesia el de
obligarlos a civilizarse a través de la fe. Los germanos se
transformaron en los más fervorosos herederos del Imperio romano.
Durante el Concilio de Calcedonia (451), León
proclamó la divinidad y la humanidad de Cristo, "consustancial
al Padre por su divinidad, consustancial por su humanidad", Ante las
afirmaciones de las varias herejías, que sostenían la
separación entre el Padre y el Hijo, considerado como inferior
al Padre, León restableció la tradición ortodoxa.
"Pedro ha hablado a través de Léon", exclamaron los
obispos presentes.
Combatió victoriosamente el maniqueismo en
África, el pelagianismo en la provincia de Aquileia, el
priscilianismo en España. Nombró un encargado de negocios
en Constantinopla, cuya misión fue mantener permanentes
relaciones con la corte y con los altos dignatarios
eclesiásticos y enviar informes detallados a Roma sobre todo lo
que concernía a la Iglesia Oriental.
En 452, Atila, rey de los hunos, había saqueado el
norte de Italia. El emperador de Ravena y se había refugiado en
Roma. Una embajada, de la que formaba parte León, salió
al encuentro de Atila, en Mantua. Después de la entrevista con
el Papa, el bárbaro se retiró, y fue ésta la
segunda derrota de Atila después de la que había sufrido
un año antes en los Campos Cataláunicos, donde Aecio le
había vencido clamorosamente. Rafael representó la escena
del encuentro entre León y Atila en una de las famosas
"estancias" del Vaticano.
En 455, los vándalos de Genserico se habían
apoderado de Roma. Valentiniano había sido asesinado, y su
sucesor, Petronio Maximo, fue despedazado por la multitud mientras se
disponía a huir. Fue León quien tuvo el valor de
enfrentarse con los vándalos, a los que esperó en la
puerta de la Ciudad Eterna. Obtuvo de Genserico que Roma no fuese
incendiada ni la población degollada. Pero la ciudad fue
sometida a un sistenático saqueo. Barcos llenos de obras de arte
y de otras riquezas descendieron por el Tiber, rumbo a África,
donde Genserico pensaba fundar un estado poderoso con la capital en
Cartago. Era ésta una especie de tardía e incompleta
venganza de Anibal. Cartago saqueaba a Roma. Pero el sueño de
Genserico se esfumó rápidamente y Roma resucitó
con más esplendor.
León fue tambien un político consumado y
mereció el titulo de "grande", así como el honor de los
altares. San Ambrosio había sido el primero en formular la idea
de un estado cristiano, y León desarrollo esta idea un siglo
más tarde. Dawson escribe sobre un aspecto de la doctrina de
León: "Hacia converger las convicciones ambrosianas sobre la
misión pprovidencial del Imperio romano y la doctrina
tradicional de la primacía de la Sede apostólica;
mientras, al principio del mismo siglo, San Agustín había
completado la teología occidental y dotado a la Iglesia de un
sistema que estaba destinado a formar el capital intelectual de la
cristiandad por más de mil años". Supo también
continuar aquella obra realizada por la Iglesia durante los siglos IV y
V, y que consistía en reconciliar cristianismo y clasicismo, lo
que tuvo un inmenso influjo sobre el futuro desarrollo de la mentalidad
intelectual europea. Merced a esta sabia compenetración
ideológica, la Iglesia pudo constituirse en un cuerpo aparte,
resistiendo las embestidas de los bárbaros, mientras el Imperio
se hundía en la nada.
Falleció el 10 de noviembre de 461. Su culto
litúrgico empezó inmediatamente después; tan
grande había sido la impresión dejada por su personalidad
y su perfección moral. Fue, hasta la aparición de
Gregorio el Grande, el más importante de los sucesores de Pedro.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)