SAN LEON I DE CAVA
12 de julio
1079 d.C.
Nació en Lucca e ingresó en la abadía benedictina
de La Cava (Nápoles), durante el abadiato de su fundador san
Alferio; la bondad, humildad y piedad que distinguieron a León
hicieron que el viejo eremita Alferio lo quisiera como sucesor suyo, en
el 1050, le sucedió como abad. Gobernó el monasterio por
cerca de treinta años, del 1050 al 1079, llevando en lo personal
una vida muy simple. Los inicios de su mandato abacial se complicaron
por la prepotencia de un señor local, cuyo nombre se ignora, el
cual llegó a atacar el monasterio, haciendole prisionero por un
tiempo. Pero éste terminó por ganarse el favor de los
barones locales, los cuales hicieron llegar a la abadía de la
Trinidad muchas donaciones. Entre ellos, gozó del favor del
duque Gisulfo II de Salerno, a quien tuvo que reprender sus
demasías y su vida licenciosa.
De él se cuenta
que se adentraba en los bosques a recoger leña, que luego
revendía en Salerno, y con lo que juntaba ayudaba a los pobres.
Siendo ya viejo, confió el cargo de abad a san Pedro I
Pappacarbone, cuando éste renunció al episcopado de
Policastro, retirándose cerca de la iglesia de San León,
en Vietri; pero tuvo que volver a tomar las riendas del monasterio para
mitigar el rigor clunianense instaurado por Pedro I, que había
suscitado malhumor entre los monjes.
Durante su gobierno el Papa San Gregorio VII confirmó
solemnemente el «Ordo Cavensis» (ordo propio para el
monasterio). Cuando murió fue sepultado en la ruta Arsicia, hoy
incluida en la Capilla de los Santos Padres, donde reposan las
reliquias de san Alferio y de los demás santos y beatos de la
famosa abadía. El 21 de diciembre de 1893 el papa León
XIII confirmó el culto de los cuatro primeros abades, entre
ellos, por tanto, el de San León I.