SAN LAMBERTO DE
ZARAGOZA
19 de junio
900 d.C.
Estaba al
servicio de un patrón pagano que, después de haber
discutido con él sobre el Dios de los cristianos, le
ordenó un día, mientras Lamberto araba la tierra, que
aceptase el culto de los ídolos bajo pena de
decapitación, cosa que finalmente hizo, puesto que Lamberto
rehusó. Lamberto tomó entonces con sus manos la cabeza
separada de su cuerpo, y se encaminó, seguido de los bueyes con
los que estaba arando, a la iglesia de Santa Engracia, para indicar el
lugar donde debía ser sepultado. La leyenda da por supuesto que
el martirio se produjo en la persecución de Diocleciano (s. IV),
pero más corrientemente se admite que debió haber sido
cuando Zaragoza se hallaba bajo dominio musulmán (s. VIII).
En 1389 fueron recuperados los sepulcros de los 18
mártires de Zaragoza, que estaban colocados en la cripta de
Santa Engracia de Zaragoza, y junto a ellos salieron a la luz las
reliquias de la propia titular y de san Lamberto; el culto tomo un
nuevo impulso, luego de un tiempo en que su memoria se había
perdido.
El Papa holandés Adriano VI, pasando por Zaragoza,
quiso venerar las reliquias de san Lamberto, posiblemente por la
devoción que tenía su ciudad natal, Utrecht, por san
Lamberto de Maastricht; en esa ocasión el papa tomó una
mandíbula del mártir, y de ella salió
milagrosamente sangre; parte de esa sangre se conserva en un relicario
de vidrio. El mismo papa, en 1522, dio el permiso y los fondos para que
sobre el lugar tradicional del martirio se construyese un monasterio
titulado en honor del santo. Ese monasterio fue destruido en 1808,
durante la guerra de la independencia de España contra Francia.