SAN JULIÁN DE TOLEDO
6 de marzo
690 d.C.



   Nació en Toledo, en el seno de una familia cristiana, aunque se dice que descendía de judíos. Tenía un ingenio creativo y gran capacidad para el estudio. Pronto entró a estudiar en Agalia, en la escuela de san Eugenio de Toledo y tuvo por compañero al famoso Gudila Levita. Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, los amigos se consagraron a la oración y el estudio en el retiro y muy pronto, el celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores. San Julián, que era teólogo destacado y hombre de gran saber, llegó pronto a ocupar un puesto de importancia. Cuando los médicos desahuciaron a Wamba, el último de los reyes visigodos, san Julián le rasuró la cabeza y lo revistió del hábito monástico para que «muriese en religión».

   Se incorporó al clero de esa misma iglesia y se entregó enteramente al ministerios con total dedicación y caridad cristiana. Cuando murió el obispo Quírico, en el 680, le nombraron su sucesor en la sede toledana. Fue un hombre hábil, prudente y discreto; estaba cerca de los más miserables, era el socorro de los marginados, el amigo del pueblo; conocía las leyes, sabía dar sentencias, defendía siempre la justicia; era suave con los humildes, severo con los grandes, valeroso en la defensa de las iglesias.

   Convocó en Toledo cuatro concilios y los presidió con autoridad reconocida; obtuvo para su sede la primacía sobre todas las diócesis españolas. Por eso se le da el título de arzobispo de Toledo, aunque el término no se empleaba generalmente en España por aquella época. Los historiadores posteriores acusan a Julián de haber alentado a los reyes a perseguir a los judíos. Sin embargo, debe hacerse notar que la más cruel y escandalosa de las leyes contra los judíos no fue publicada sino hasta cinco años después de la muerte del santo. Según dicha ley, todos los judíos adultos debían ser vendidos como esclavos, en tanto que sus hijos serían confiados, desde los siete años de edad, a las familias españolas para recibir una educación cristiana.

   Escribió varios libros memorables: “El libro de los pronósticos del siglo futuro”, que tratan de las postrimerías. El santo sostiene en esta obra que el amor y el deseo de ir a reunirse con Dios bastan para acabar con el temor natural a la muerte. También afirma que los bienaventurados piden por nosotros en el cielo, que desean nuestra felicidad y que ven nuestras acciones, ya sea en la misma esencia de Dios o por ministerio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios en la tierra. También escribió: “El cumplimiento de la sexta edad del mundo”. “El libro de los contrarios”. “Historia de los hechos del rey Wamba en las Galias” y otras muchas obras eruditas. Tuvo gran importancia en la España de su época.

Página Principal
(Pbro. José Manuel Silva Moreno)