SAN JULIÁN DE
CUENCA
28 de enero
1208 d.C.
Natural de Burgos o Toledo, era de origen mozárabe y se llamaba
Julián ben Tauro. Tuvo una infancia llena de milagros.
Estudió en la universidad de Palencia donde se doctoró en
1153. Fue profesor de la universidad palentina durante diez
años, donde demostró su competencia docente y su
atención social hacia los más pobres. En 1163,
después de una crisis espiritual, dejó la cátedra
y se preparó para el sacerdocio. Con su criado, san Lesmes, que
le será fiel toda su vida, se hará ermitaño en las
afueras de Burgos; aquí pasó tres años de
oración y en 1166 fue ordenado presbítero.
Como sacerdote se
dedicó a la predicación por todos los pueblos de
Castilla. Fue a pie a todos los sitios y no admitió
ningún tipo de ayuda económica por su trabajo
apostólico. El alimento se lo procuró con la venta de
cestillos de mimbre que él mismo realizaba. Lo que le sobraba se
lo entregaba a los pobres. Hasta los musulmanes le respetaron de forma
que pudo predicar a las comunidades mozárabes, llegando incluso
hasta Córdoba. Una vez al año dejaba todo para dedicarse
a la oración. En esta misión estuvo durante 15
años.
Don Martín
López, arzobispo de Toledo, le obligó a aceptar una
canonjía como arcediano en la catedral de Toledo en Calatrava,
dándole permiso para que en algunas épocas del año
siguiera con sus predicaciones populares. Fue elegido segundo obispo de
Cuenca cuando el rey Alfonso IX la reconquistó en 1195.
Julián era ya anciano y no estaba para correrías
apostólicas. Por amor a la Iglesia y para no apegarse a su
propio criterio aceptó, pero no vivió como un prelado al
uso con corte principesca. Vivió pobremente dispuesto a sanear
la vida eclesiástica. Dedicó sus rentas en atender a los
pobres, rescatar cautivos, a dotar doncellas, a sostener hospitales.
Empezó las obras de la catedral de Cuenca, y en 1201,
otorgó a los canónigos conquenses el primer "Estatuto",
en el que se advierte una auténtica preocupación por el
bien pasar de los componentes. Puso paz entre el Cabildo catedralicio y
el Concejo de la ciudad, así como con los clérigos, por
los muchos abusos que cometían los miembros del Cabildo.
Vivió en su sede y la visitó toda ella predicando, y
siguió ganándose la vida con su trabajo en los cestillos
de mimbre. Durante 14 años ejerció su ministerio
episcopal, hasta que murió lleno de paz y vestido de sayal. Fue
sin duda el más sobresaliente obispo español de la
época en cuanto a su santidad. Es el patrón de Cuenca.