SAN JUAN OGILVIE
10 de marzo
1615 d.C.



   Nació en Glasgow, Escocia, en el seno de una familia muy representativa. Abrazó el catolicismo en Lovaina y pidió ser admitido en el colegio escocés de Douai, cuando su padre, noble escocés, adherido a la reforma calvinista (presbiteriano), temiendo que su esposa católica influyera en su hijo, decidió mandarle a Europa entre hugonotes para que realizara sus estudios. Prosiguió sus estudios en Ratisbona, Olmutz y Viena, donde ingresó en la Compañía de Jesús en el 1599, hizo su noviciado en Brno, Moravia. Recibió la ordenación sacerdotal en París.

   Regresó a Escocia, y para poder ejercitar su ministerio se tuvo que disfrazar de oficial escocés. Primero se movió en Edimburgo y fue huésped de William Sinclair, también convertido al catolicismo. Luego extendió su radio de acción en Glasgow. Pronto fue ordenado un nombre de heroísmo entre los católicos de Escocia: "el capitán Watson". Su trabajo fructificaba. Hasta que a los 18 meses fue descubierto, por la delación de un tal Adam Boyd que le dijo que deseaba ser católico, llevado a la cárcel donde lo torturaron. Cayó en manos de su peor enemigo el arzobispo Spottiwood que recurrió a todos los medios para hacerle apostatar y para que revelase los nombres de otros católicos y le acusó de formar parte de la Conspiración de la Pólvora. Después le llevaron a la cárcel de Edimburgo donde también sufrió interrogatorios. Y después le volvieron a llevar a Glasgow.

   Tenía 34 años; y todo lo superó con fortaleza y hasta con humorismo, las torturas le dejaron cojo y le privaron del sueño durante 8 días. Le amenazaron con quemarle vivo, y el contestó: "Ningún tiempo más a propósito con el frío que estoy pasando". Fue condenado a ser ahorcado y descuartizado en Glasgow, y antes de ponerle la soga al cuello, la besó y de rodillas dijo al pueblo: "Muero únicamente por causa de mi religión católica; y por ella, yo daría muy a gusto cien vidas; quitadme la única que tengo; ya que mi religión jamás me la podréis quitar". Antes de morir perdonó a sus enemigos. El verdugo lo ahorcó hasta la muerte, y cuando fue bajado su cadáver para ser descuartizado, la multitud prorrumpió en llanto y en protestas por una muerte injusta, y en vista de la reacción popular, no se procedió al descuartizamiento del cadáver. Fue beatificado en 1929 por SS. Pío XI y canonizado por el Papa Pablo VI el 17 de octubre de 1976.

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(Parroquia San Martín de Porres)