Nació en
Nepomuk (entonces Pomuk) en Bohemia. Se llamaba Juan Wolfflein. Hijo de
una modesta familia, muy pobre pero muy inteligente. Fue acogido en un
monasterio cisterciense; estudió en Staab, luego en Praga
licenciándose en Teología. Ingresó en los
canónigos regulares de San Agustín en la catedral de San
Gil de Praga. Sus éxitos como orador sacro le llevaron a que el
arzobispo reformista, Juan de Jenstein, le nombrara notario de la Curia
y así mismo quedo investido como notario imperial en la Corte.
En 1379 fue ordenado sacerdote. Consiguió el bachillerato en
Derecho en la universidad de Praga.
Desde 1381 a
1389, simultaneó varios cargos, junto con los estudios:
marchó a Padua donde concluyó sus estudios
jurídicos y se doctoró en Derecho; obtuvo una
canonjía en San Gil, y otra en la colegiata de Vyserhard en
Praga, que conmutó por la de arcediano de Zatec, penitenciario y
limosnero de la catedral. Vicario General de la diócesis de
Praga.
En 1389
estalló el conflicto entre el rey Wenceslao IV, ya emperador.
Parece ser que el rey se quería apoderar de los bienes de la
Iglesia de Bohemia, controlarla y germanizarla, con la resistencia del
clero que se sentía checo. Parece que el rey quería
dividir la diócesis de Praga en dos, convirtiendo en obispado la
abadía de Kladubry. El obispo Jenstein se opuso al control de la
Iglesia. Muerto el abad de Kladubry, los monjes nombraron a un nuevo
abad que fue sancionado por Juan como Vicario General. Después
de que se asesinara a tres monjes, y que se hiciera comparecer a los
miembros de la Curia, los demás clerigos quedaron libres menos
Juan que fue martirizado y arrojado al Moldava.
Otra versión
dice que la emperatriz de Bohemia, Juana de Holanda, lo escogió
como confesor. Era un hombre de carácter esquivo, rechazó
todos los obispados que se le ofrecieron. Según una
tradición el rey Wenceslao era un auténtico monstruo: le
presentaron una vez un ave mal asada. Y sin dar más
explicaciones mandó asar al cocinero. Vivían en el
palacio dos personas: su esposa, la emperatriz, y Juan Nepomuceno, su
confesor y director espiritual. Llegó a oídos del rey,
que la emperatriz Juana le era infiel. Un día vio el monarca que
la reina se confesaba con Juan, y que luego iba a comulgar. Entonces
Wenceslao concibió el modo de asegurarse la fidelidad de su
esposa. Mandó llamar al confesor y le preguntó sobre el
contenido de la confesión. Rotundamente Juan se negó una
y otra vez: "jamás consentiré tal sacrilegio". Fue
arrestado, torturado y al final lo ahogaron en el río Moldava.
Su epitafio, en la catedral de San Vito, de Praga dice: "Yace
aquí Juan Nepomuceno, confesor de la reina, ilustre por sus
milagros, quien, por haber guardado el sigilo sacramental fue
cruelmente martirizado y arrojado desde el puente de Praga al
río Moldava, por orden de Wenceslao IV, el año 1393", era
el mes de abril. Es el santo presbítero más conocido
después del Cura de Ars. Aunque las dos historias diferentes de
la causa de su muerte hace pensar a los hagiógrafos modernos que
se trata de dos sacerdotes distintos, y que la tradición los
unió en uno solo. Fue canonizado en 1729 por el papa
Benedicto XIII. Patrón de Bohemia y de Praga.