SAN JUAN GUALBERTO
12 de julio
1073 d.C.



   Florentino de nacimiento, miembro de la noble familia Visdomini. Durante su juventud se dedicó a las diversiones mundanas hasta que su hermano Hugo murió asesinado y no deseó otra cosa que vengarse y lavar el honor familiar con la sangre de su asesino. Un Viernes Santo de 1003, después de los oficios, marchó a Siena y en el recodo del camino se encontró con el mayor enemigo de su familia, que se estaba tendido en el camino, inerme. Ya iba a matarlo, cuando el hombre, de rodillas y le pidió perdón por amor a Cristo. Movido de caridad cristiana, abrazó a su enemigo como un hermano. Al entrar en la iglesia de San Miniato, sintió en su alma que Cristo crucificado se complacía del perdón inclinando su cabeza.

   Fue ordenado religioso benedictino cluniacense en la abadía de San Miniato al Monte. Se retiró a la soledad de las montañas y, cuando pensó que lo iban a elegir abad, huyó a Camáldula. Otros autores dicen que al descubrir la elección simoníaca del abad de San Miniato, denunció al abad y al obispo de Florencia y escapó milagrosamente de las manos del obispo que querían asesinarlo. Buscó aún mayor soledad, y San Romualdo, al decirle adiós, le predijo su futura misión de fundador. Poco después fundó en Vallumbrosa (Fiesole) una Orden, bajo la regla de San Benito, que iba a reformar la vida espiritual de la Italia central y terminar con el bandolerismo. Los monjes de Vallumbrosa practicaban una vida llena de rigores: estrecha clausura, silencio perpetuo, pobreza extremada, severas penitencias; se regían bajo la regla benedictina, excepto en una cosa: el trabajo manual y así dará origen a los hermanos legos o conversos.

   Dedicó su vida a luchar contra la simonía; entre los que eran simoníacos estaban el abad del monasterio y el obispo de Florencia, Mezzabarba, que consiguieron que fuera expulsado de la ciudad, un monje vallumbrosano, san Pedro el Igneo, se sometió en su lugar a la ordalía del fuego, para probar que dicha acusación estaba bien fundada; el obispo de la ciudad fue expulsado y el monje san Pedro “el Igneo” fue creado cardenal.

   Los hagiógrafos de su tiempo dirán que Juan fue: "Manso, benigno, grave, modesto, severo con los rebeldes y suave con los flacos, muy compasivo con los enfermos, celoso de la santa pobreza". Murió de enfermedad en Passignano. Sus restos se conservan en la iglesia de la Santa Trinità de Florencia. Su culto se ha limitado a los calendarios locales desde 1969. El papa Celestino III le canonizó en 1193.

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(Parroquia San Martín de Porres)